Caravanas (Mark Kneece, Julie Collins-Rousseau; Norma): Si hace poco hablaba de cómics cuya lectura te deja frío o destemplado una vez finalizada, hoy toca algo completamente diferente.
En el cómic que nos ocupa, Josh es un adolescente que vive con su madre y sus tres hermanos pequeños en un área de caravanas: el típico ejemplo de núcleo familiar de clase baja. Las cosas no pintan muy bien para este chico, especialmente cuando su madre, traficante de drogas y prostituta se carga a uno de sus líos, cuyo cadáver el bueno de John deberá encargarse de hacerlo desaparecer.
Esta es la premisa básica y el punto de arranque de una historia que bien pudiéramos englobar dentro de la serie negra (de hecho está publicado dentro de la Colección Noir de Norma), y donde a los componentes de thriller y drama se les une un sentido del humor caústico, negro, pero que únicamente merece la atención de los autores en tanto subordinado a los primeros. Y es que la cosa no está ahí para que nos partamos el culo (que nos lo partiremos) sino que lo fundamental es transmitir esa sensación de extrema angustia derivada de la presión que recibe nuestro protagonista y que le impone su madre, una superviviente fría y egoísta. Pero no se queda aquí la cosa, sino que compartiremos el sentir de Josh y cómo va evolucionando a lo largo del cómic, luchando por abrir su interior a los que le rodean, en este caso una compañera de instituto, y madurando con todas las consecuencias que ello implica.
Por otro lado, el tebeo cuenta con una galería de personajes perfectamente caracterizados que en ocasiones son de lo más extravagante, si no ellos las situaciones en las que aparecen,que nos podamos imaginar y que al mismo tiempo son el prefecto contrapunto de nuestro joven y sufrido protagonista.
La historia, interesante ya de por sí, está contada con buen ritmo, consiguiendo que no decaiga la atención del lector o que éste pueda aburrirse. El que haya poco texto y que los diálogos sean breves y directos contribuye a que la lectura sea fluída.
El dibujo, en blanco y negro, es de trazo simple, poco detallado, pero cumple perfectamente con su función narrativa. A destacar el dominio de la dibujante a la hora de plasmar la expresividad facial de los personajes.
Y lo que es mejor, el cómic no te deja igual que como cuando te lo empezaste a leer. Ésto no es ninguna historia bonita de ésas que conforta leer antes de irte a dormir, no. Es una cruda mirada a una realidad. Sin concesiones que valgan. Las cosas son así, o podrían serlo, y así te lo cuentan. Un cuadro doloroso extraído de entre los desfavorecidos que acoge en su seno la sociedad yanki. Sí, ese número que crece continuamente según las estadísticas. Y a los que pocas veces se mira.
Recomendable.
En el cómic que nos ocupa, Josh es un adolescente que vive con su madre y sus tres hermanos pequeños en un área de caravanas: el típico ejemplo de núcleo familiar de clase baja. Las cosas no pintan muy bien para este chico, especialmente cuando su madre, traficante de drogas y prostituta se carga a uno de sus líos, cuyo cadáver el bueno de John deberá encargarse de hacerlo desaparecer.
Esta es la premisa básica y el punto de arranque de una historia que bien pudiéramos englobar dentro de la serie negra (de hecho está publicado dentro de la Colección Noir de Norma), y donde a los componentes de thriller y drama se les une un sentido del humor caústico, negro, pero que únicamente merece la atención de los autores en tanto subordinado a los primeros. Y es que la cosa no está ahí para que nos partamos el culo (que nos lo partiremos) sino que lo fundamental es transmitir esa sensación de extrema angustia derivada de la presión que recibe nuestro protagonista y que le impone su madre, una superviviente fría y egoísta. Pero no se queda aquí la cosa, sino que compartiremos el sentir de Josh y cómo va evolucionando a lo largo del cómic, luchando por abrir su interior a los que le rodean, en este caso una compañera de instituto, y madurando con todas las consecuencias que ello implica.
Por otro lado, el tebeo cuenta con una galería de personajes perfectamente caracterizados que en ocasiones son de lo más extravagante, si no ellos las situaciones en las que aparecen,que nos podamos imaginar y que al mismo tiempo son el prefecto contrapunto de nuestro joven y sufrido protagonista.
La historia, interesante ya de por sí, está contada con buen ritmo, consiguiendo que no decaiga la atención del lector o que éste pueda aburrirse. El que haya poco texto y que los diálogos sean breves y directos contribuye a que la lectura sea fluída.
El dibujo, en blanco y negro, es de trazo simple, poco detallado, pero cumple perfectamente con su función narrativa. A destacar el dominio de la dibujante a la hora de plasmar la expresividad facial de los personajes.
Y lo que es mejor, el cómic no te deja igual que como cuando te lo empezaste a leer. Ésto no es ninguna historia bonita de ésas que conforta leer antes de irte a dormir, no. Es una cruda mirada a una realidad. Sin concesiones que valgan. Las cosas son así, o podrían serlo, y así te lo cuentan. Un cuadro doloroso extraído de entre los desfavorecidos que acoge en su seno la sociedad yanki. Sí, ese número que crece continuamente según las estadísticas. Y a los que pocas veces se mira.
Recomendable.
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