Shanna la Diablesa (Frank Cho; Panini): Siguiendo nuestra última y activa actividad reseñera al final debía tocarle a uno de los cómics más deseados por el fandom. Uno de esos imprescindibles, o al menos así nos la hemos encontrado en un montón de blogs que se han lanzado a la carrera de recomendar tebeos durante estas últimas semanas ante el aluvión vivido en el Saló.
¿Y es para tanto? Pues no, al menos en mi opinión.
Shanna. Shanna es lo mismo que decir tetas y dinosaurios. Tetas y dinosaurios. Olvidaos del cadillac. Y donde estén las primeras y los segundos... ¿para qué hace falta historia? Es más, cualquiera que lea el cómic y no lo use simplemente como material de referencia onanista se dará cuenta de las incoherencias argumentales que posee, hecho evidente nada más comenzar el tebeo:
Tenemos un complejo nazi abandonado pero perfectamente operativo y lo que es más importante autónomo, en mitad de una isla salvaje infestada por dinos. Tenemos a un grupo de ¿soldados? que acaban de sufrir un accidente aéreo, o algo así. Y los tipos prefieren seguir malviviendo en un fuerte que han construido a contar con las evidentes ventajas ofrecidas por el bunker nazi. No me extraña, con lo molón que les ha quedao el fuerte, en plan far west... además, ¿aceptar las comodidades nazis? ¡Anda ya! ¡Que todavía hay principios!
Pero esta anécdota no es aislada, ni mucho menos, y a medida que avanzamos en la lectura de este Shanna se van sucediendo detalles que llaman especialmente la atención por su falta de coherencia, y que no sólo han de aplicarse al guión sino también en la narración. Y de muestra, un botón: ¿alguien me dice de dónde sale el árbol que acaba teniendo tanta importancia en el desenlace del tebeo? ¿y cómo hace Shanna lo que se supone que hace con él? Al final acabará resultando que todas esas viñetas serán una cuestión de fe: crees en ellas, más concretamente en esa diosa aria que es Shanna, y si Frank Cho te dice que puede hacer esto o lo otro, no importa lo difícil que sea, o lo extraño que resulte, tú vas y te lo crees, como no podría ser de otra forma. Porque eres un devoto.
Ahora, el dibujo de Cho es espectacular. Pero matizando. El tío no pone el mismo cuidado a la hora de dibujar a Shanna o a cualquier otra cosa, exceptuando los dinos. Recordad, tetas y dinosaurios. Pero claro, antes o después despegas la mirada de esas fantásticas tetas y te quedas mirando un fondo... ¿qué fondo? Y es que brillan por su ausencia o, cuando aparecen, no están ni de lejos especialmente trabajados. Es más, fuera eufemismos, resultan pobres. Y claro, se nota, más teniendo en cuenta que Cho nos regala abundantes pin-ups y splash pages con Shanna chupando más que Tom Cruise en El último samurai.
Luego están los dinos, esas adorables criaturas. No sólo forman parte imprescindible de la historia, sino que llegan incluso a desbancar en protagonismo a Shanna, mereciendo escenas completas ante las que uno, personalmente, se quita el sombrero. Escenas llenas de violencia pero donde todavía hay espacio para el humor. Escenas donde se evidencia el hecho de que Cho chupa rueda de Schultz y su Xenozoic Tales.
Por lo que respecta a la edición de Panini, podría ser mejor. Podrían haber optado por publicar la versión no censurada con la que alimentaron nuestras ilusiones hasta muy poco antes de su salida en el Saló. Recordad, tetas y dinos. Pero no, al final se sumaron al mismo contenido originalmente publicado por Marvel. Censura hipócrita como la que generalmente nos viene de Yankilandia: Tetas no, ahora que cascajo y sangre la que quieras. Y censura ridícula hasta el extremo de resultar risible. Pero bueno, al menos el formato de publicación elegido es el adecuado para apreciar en su justa medida las tet... ups, las bellas ilustraciones de Cho.
Concluyendo, Shanna es una lectura de telefilm de sobremesa, y por ende muy fácil. Se lee en apenas veinte minutillos, aunque posiblemente se pudiera leer en menos tiempo, en tanto que quizás hay cuadros de texto que no vengan muy a cuento de lo narrado en imágenes. Nos dan tetas y dinos, que es básicamente lo que pide el aficionado (más lo primero que lo segundo), aunque las más de las veces se niegue a reconocerlo. Y yaxtá. Nada más. Y que no os intenten vender la moto con que es uno de los imprescindibles del Saló. En mi opinión, con los 15 euracos que cuesta os podéis comprar más cosas y encima sacándoles más provecho.
Pero claro, al final siempre acabamos picando, no? Después de todo, son tetas y... tetas!
-Uncensored Shanna (lo mismo de arriba pero en grande; para no perderos detalle)
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