domingo, julio 19, 2009

30 Días de Noche (2007)

Cansado de que se lo rechazaran durante años como propuesta de película, Steve Niles finalmente escribió 30 Días de Noche como un guión para que lo dibujara su amigo Ben Templesmith. Irónicamente los mismos productores que no mostraron interés alguno en el proyecto acabarían pujando más tarde los unos contra los otros por hacerse con los derechos para adaptarlo al cine. Del paso de propuesta de guión rechazada por los estudios a tebeo por el que se paga mucho dinero a sus autores por ser llevado a la pantalla, hay un punto intermedio clave para entender el proceso: la obra resultó ser un gran éxito y supuso el renacer comercial del género de vampiros y de terror en la industria del cómic. Ahí es nada.

La premisa, aunque resultona, no puede ser más simple: un grupo de vampiros viaja a Barrow, población donde durante un mes al año no sale el sol, situación que aprovechan los no-muertos para campar a sus anchas y darse un festín de aúpa con sangre y carne humana.

El equipo de 30 Días de Oscuridad (2007) respeta al máximo el libreto original, trasladando además su estética característica a nivel de puesta en escena, decorados, colores, fotografía y la particular caracterización de los sanguinarios vampiros.

Donde la cosa hace aguas es en el apartado argumental. Si el original ya tiene problemas en justificar con su curioso argumento las setenta páginas de las que se compone y no hace más que avanzar la trama mediante inconexos golpes de efecto, la hora y media de metraje pone aún más de relieve las incoherencias del material que adapta. Se intenta paliar este problema, con muy buen juicio, introduciendo personajes e hilos narrativos inexistentes en el cómic, pero por desgracia aún así no es suficiente, tal vez porque se respeta demasiado la fuente y no se quiere diferir demasiado de ella, y el film se tambalea de un lado a otro como un sonámbulo que no encuentra el camino de regreso a la cama.

Así que nos encontramos, curiosamente, con una adaptación que fracasa como película, precisamente por ser fiel al original. Y es que, cuando se adapta fielmente un producto mediocre, el resultado no puede ser otro.

[Texto a aparecer en la revista Fancine]

The Punisher (2004)

Cuando uno se pone manos a la obra con un guión para cualquier arte (cómic, cine, teatro...) no se tiene que enfrentar únicamente con la pantalla o la hoja de papel en blanco. Existen toda una serie de circunstancias que dificultan la ejecución de cualquier producción artística: fechas de entrega, imposiciones editoriales, financiación, etc. En el caso de las adaptaciones al cine de tebeos, además nos encontramos, entre otras cosas, con la necesidad de ser fiel al material original, captando su espíritu y trasladando al lenguaje cinematográfico aquellos elementos gráficos y narrativos que lo hagan único.

Todo esto no es moco de pavo. Y sin embargo...

Cuando lo que uno tiene entre manos no es una obra maestra del Noveno Arte, sino una historia de venganza digna de una película de acción de serie Z, ¿puede todo lo anterior ser obstáculo para realizar una buena adaptación? El Castigador (2004) demuestra que a veces cuanto más fáciles son los retos a los que se enfrentan los realizadores, peores son los resultados. No es que se trate de una perversión de la historia original. Tanto en el film como en cualquiera de los cómics, el protagonista, Frank Castle, ve morir a su familia bajo una lluvia de plomo y desde entonces dedica su vida a erradicar el crimen en una guerra sin cuartel, en la que progresivamente va perdiendo la razón y todo contacto con la realidad que no le sea de utilidad en su “sagrada cruzada”.

La película se queda en esta breve sinopsis y no investiga ninguno de los temas que han ido surgiendo en las décadas de apariciones del personaje en el papel: la violencia brutal de la sociedad que hace que criaturas como Castle existan; la indefensión ante la agresión criminal; la montaña rusa de asesinatos que le hace plantearse a uno si al Castigador todavía le queda algún delincuente al que castigar... En la película apenas hay un reconocimiento a la etapa del guionista Garth Ennis en la serie, con la inclusión de una escena levemente humorística. Y si se puede disculpar que no se tengan grandes objetivos en mente (la mayoría de los cómics del personaje son bastante planos), lo que sí es imperdonable es la falta de adrenalina, sangre y acción de la que adolece el largometraje, aspectos definitorios que hacen del Castigador lo que es. Una historia de venganza.

[Texto aparecido en la revista Fancine]