Guido el negro. El rey del bosque (Pedro Camello; Aleta/Dibbuks): ¿Fantasía heroica? ¿Espada y brujería? ¿Cómic histórico? Me váis a tener que disculpar pero no sabría dónde encuadrar este álbum que tenemos entre manos... Lo único que sí que creo que no sólo puedo sino que me atrevería a decir que debo apuntar es que su autoría es española. Y es que mencionar este hecho no es gratuito, ni mucho menos. Y si no, pensad en el aluvión de novedades de este tipo, léase fantástico (o-lo-que-sea) parido aquí. Sí, en efecto, no podemos afirmar que se prodiguen, mucho, la verdad. Ejemplos hay, por supuesto, y hasta existen loables iniciativas como la de la revista Sword, publicada también por Aleta, aunque a fecha de hoy hace tiempo que no vemos publicado un número.
Así que creo que encontrar en el expositor de vuestra librería una novedad del género hecha por autor español ya es una buena noticia en sí misma a poco que os guste el género.
Pero es que además, este Guido no es un cómic de fantasía o de espada y brujería al uso.
Las dificultades ya aludidas al comienzo de esta reseña lo demuestran.
El cómic se compone de varias historias cortas que tienen dos cosas en común. Para empezar, el mismo protagonista, que da nombre al tebeo. En segundo lugar, puede apreciarse cierta correlación cronológica en las últimas historias, si bien los hechos acaecidos en una no suelen influir en los que suceden a continuación.
Guido es un personaje curioso. A menudo se le confunde con un espíritu del bosque cuando parece bastante obvio para el lector de que se trata de un guerrero sin señor que prefiere mantener oculta su identidad tras un antifaz (aunque a mí me parece que lleva sombra de ojos más que una máscara). Sin embargo esa presunta naturaleza mágica que se le confiere tiene sentido en tanto que sus andanzas tienen lugar en unas coordenadas espacio-temporales donde el sentido mágico era algo habitual entre la población. Con ello me refiero a que las aventuras de Guido se desarrollan en la Europa de tiempos de Carlomagno, en el siglo IX, un periodo envuelto en sombras, fruto del menor volumen documental disponible para su estudio.
La referencia histórica tampoco es gratuita. Es evidente el interés de Pedro Camello, el autor de Guido el Negro, por la Historia. Es más, el aspecto histórico es el que me obliga a desestimar el clasificar este cómic como perteneciente al género fantástico. De todas formas, no nos equivoquemos. La Historia en el cómic está presente como marco a la acción, al tiempo que viene a desmentir o cuanto menos matizar el que en otros cómics sería componente fantástico. Es decir y a título de ejemplo, si en una historia aparece un hombre lobo, éste adoptará una forma más o menos humana, aludiendo al virus de la rabia como explicación racional del fenómeno.
Pero esta voluntad no implica el tener que dejar de lado lo fantástico, ni mucho menos. Aquí, la documentación histórica deja paso a la mitológica, plasmándose en una transición de unas creencias religiosas a otras: del principio femenino representado por la Naturaleza al principio masculino representado por el Sol y que sería aprovechado por el cristianismo.
Por otro lado, está Guido, el protagonista indiscutible del cómic, de cuyo origen poco conocemos, salvo que parece provenir de Hispania. Guido el negro es un personaje que recuerda poderosamente a Conan, al que se parece bastante en carácter por mucho que su físico sea completamente diferente. Y es que estamos ante un personaje amoral, que sólo busca para su propio provecho y que acostumbra despreciar la civilización prefiriendo vivir en la gigantesca masa forestal que constituye el paisaje europeo de la época, ajeno a las leyes del hombre.
El rey del bosque, por otro lado, consta de la violencia propia del género, que aquí cobra una especial relevancia combinada con el crudo retrato que se hace de la época, que se refleja de igual forma en desenlaces para nada típicos o felices, sino todo lo contrario. A esta atmósfera cruda, descarnada, contribuye un ocasional sentido del humor negro.
Respecto al dibujo se observa que al autor todavía le queda por mejorar, a lo que habría que sumar que no es el estilo de dibujo que suele encontrarse en cómics de temática similar, aunque el resultado apreciable en el cómic es más que digno, al tiempo que la narración resulta en una lectura fluída favorecida por el formato de historia corta.
En otro plano, destacar su edición, en formato tomo con un tamaño de portada un poco más pequeño que la que correspondería a un comic book, incluyendo introducción a cargo del mismo autor y unos apéndices con ilustraciones, bocetos inéditos y notas explicativas, todo ello con un precio bastante ajustado, 12 euros.
Así que creo que encontrar en el expositor de vuestra librería una novedad del género hecha por autor español ya es una buena noticia en sí misma a poco que os guste el género.
Pero es que además, este Guido no es un cómic de fantasía o de espada y brujería al uso.
Las dificultades ya aludidas al comienzo de esta reseña lo demuestran.
El cómic se compone de varias historias cortas que tienen dos cosas en común. Para empezar, el mismo protagonista, que da nombre al tebeo. En segundo lugar, puede apreciarse cierta correlación cronológica en las últimas historias, si bien los hechos acaecidos en una no suelen influir en los que suceden a continuación.
Guido es un personaje curioso. A menudo se le confunde con un espíritu del bosque cuando parece bastante obvio para el lector de que se trata de un guerrero sin señor que prefiere mantener oculta su identidad tras un antifaz (aunque a mí me parece que lleva sombra de ojos más que una máscara). Sin embargo esa presunta naturaleza mágica que se le confiere tiene sentido en tanto que sus andanzas tienen lugar en unas coordenadas espacio-temporales donde el sentido mágico era algo habitual entre la población. Con ello me refiero a que las aventuras de Guido se desarrollan en la Europa de tiempos de Carlomagno, en el siglo IX, un periodo envuelto en sombras, fruto del menor volumen documental disponible para su estudio.
La referencia histórica tampoco es gratuita. Es evidente el interés de Pedro Camello, el autor de Guido el Negro, por la Historia. Es más, el aspecto histórico es el que me obliga a desestimar el clasificar este cómic como perteneciente al género fantástico. De todas formas, no nos equivoquemos. La Historia en el cómic está presente como marco a la acción, al tiempo que viene a desmentir o cuanto menos matizar el que en otros cómics sería componente fantástico. Es decir y a título de ejemplo, si en una historia aparece un hombre lobo, éste adoptará una forma más o menos humana, aludiendo al virus de la rabia como explicación racional del fenómeno.
Pero esta voluntad no implica el tener que dejar de lado lo fantástico, ni mucho menos. Aquí, la documentación histórica deja paso a la mitológica, plasmándose en una transición de unas creencias religiosas a otras: del principio femenino representado por la Naturaleza al principio masculino representado por el Sol y que sería aprovechado por el cristianismo.
Por otro lado, está Guido, el protagonista indiscutible del cómic, de cuyo origen poco conocemos, salvo que parece provenir de Hispania. Guido el negro es un personaje que recuerda poderosamente a Conan, al que se parece bastante en carácter por mucho que su físico sea completamente diferente. Y es que estamos ante un personaje amoral, que sólo busca para su propio provecho y que acostumbra despreciar la civilización prefiriendo vivir en la gigantesca masa forestal que constituye el paisaje europeo de la época, ajeno a las leyes del hombre.
El rey del bosque, por otro lado, consta de la violencia propia del género, que aquí cobra una especial relevancia combinada con el crudo retrato que se hace de la época, que se refleja de igual forma en desenlaces para nada típicos o felices, sino todo lo contrario. A esta atmósfera cruda, descarnada, contribuye un ocasional sentido del humor negro.
Respecto al dibujo se observa que al autor todavía le queda por mejorar, a lo que habría que sumar que no es el estilo de dibujo que suele encontrarse en cómics de temática similar, aunque el resultado apreciable en el cómic es más que digno, al tiempo que la narración resulta en una lectura fluída favorecida por el formato de historia corta.
En otro plano, destacar su edición, en formato tomo con un tamaño de portada un poco más pequeño que la que correspondería a un comic book, incluyendo introducción a cargo del mismo autor y unos apéndices con ilustraciones, bocetos inéditos y notas explicativas, todo ello con un precio bastante ajustado, 12 euros.
De hecho, la impresión dejada por este Guido el Negro es más que favorable, tanto que me he quedado con ganas de leer más sobre el mismo, su misterioso pasado y su incierto porvenir. Un cómic interesante y recomendable para todo aquel amante del género fantástico o de la época retratada, fresco, crudo, original y sobre todo, muy entretenido.
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