La rosa escarlata 1: Sabía que te encontraría (Patricia Lyfoung; Rossell): Curiosa la propuesta de este álbum. Un producto concebido para un público juvenil, especialmente femenino, publicado en formato álbum europeo pero que le debe bastante al manga; básicamente por el estilo de dibujo, aunque también se observan similitudes temáticas en función de las cuales casi podríamos clasificarlo dentro del género shojo.
El argumento nos presenta a una jovencita francesa del siglo XVIII, bastante peculiar para los estándares de la época, ya que pese a su bajo linaje y a su edad, a la moza le gusta leer libros y practicar la esgrima, aficiones inusuales a todas luces. Al poco de haber iniciado la lectura del álbum, asistimos a la trágica muerte de su padre, un herrero, a manos de un desconocido, tras cuyo asesinato la huérfana Maud, nuestra heroína, jura que hará lo posible por encontrarle y cobrarse su justa venganza. Pero tan desafortunado suceso le depara a Maud una sorpresa: su padre era de noble cuna, sólo que había sido repudiado por su familia al casarse con una exótica extranjera, y ahora su abuelo la llama a París, a fin de educarla y convertirla en una joven de provecho, lo cual supone amoldarse a lo que mandan los cánones y la tradición. Todo un problema para la rebelde muchacha.
El argumento esbozado peca de simpleza y, lo que es más grave, de cierto maniqueísmo, al tiempo que resulta predecible, pero ha de destacarse el retrato tan peculiar que de Maud se hace. Si bien es cierto que su caracterización obedece a un tópico más, también lo es que posea ciertos rasgos que vienen a consolidar su individualidad y, en cierto sentido, su realismo, por mucho que la historia y la época retratadas vendrían a beber más de la fantasía y de una concepción idealista de la Historia que de una voluntad verista y real.
Pese a todo, se trata de un cómic de aventuras entretenido que será más apreciado, sin duda alguna, por un lector joven y ocasional. Sin embargo, aquí el problema reside en el formato de cómic elegido, de poco atractivo para ese segmento de público, más familiarizado con el tomo manga y sus precios. Un serio hándicap para este producto.
-Unas cuantas páginas, cortesía de Rossell.
El argumento nos presenta a una jovencita francesa del siglo XVIII, bastante peculiar para los estándares de la época, ya que pese a su bajo linaje y a su edad, a la moza le gusta leer libros y practicar la esgrima, aficiones inusuales a todas luces. Al poco de haber iniciado la lectura del álbum, asistimos a la trágica muerte de su padre, un herrero, a manos de un desconocido, tras cuyo asesinato la huérfana Maud, nuestra heroína, jura que hará lo posible por encontrarle y cobrarse su justa venganza. Pero tan desafortunado suceso le depara a Maud una sorpresa: su padre era de noble cuna, sólo que había sido repudiado por su familia al casarse con una exótica extranjera, y ahora su abuelo la llama a París, a fin de educarla y convertirla en una joven de provecho, lo cual supone amoldarse a lo que mandan los cánones y la tradición. Todo un problema para la rebelde muchacha.
El argumento esbozado peca de simpleza y, lo que es más grave, de cierto maniqueísmo, al tiempo que resulta predecible, pero ha de destacarse el retrato tan peculiar que de Maud se hace. Si bien es cierto que su caracterización obedece a un tópico más, también lo es que posea ciertos rasgos que vienen a consolidar su individualidad y, en cierto sentido, su realismo, por mucho que la historia y la época retratadas vendrían a beber más de la fantasía y de una concepción idealista de la Historia que de una voluntad verista y real.
Pese a todo, se trata de un cómic de aventuras entretenido que será más apreciado, sin duda alguna, por un lector joven y ocasional. Sin embargo, aquí el problema reside en el formato de cómic elegido, de poco atractivo para ese segmento de público, más familiarizado con el tomo manga y sus precios. Un serio hándicap para este producto.
-Unas cuantas páginas, cortesía de Rossell.
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