El banyan rojo (Carlos Vermut; Dibbuks): No conocía a Carlos Vermut, lo reconozco. De hecho, este álbum no me habría llamado la atención de no ser por su curioso dibujo. Abrí el cómic y lo primero que ví fue un hombre sin brazos que, recostado en un lecho pétreo en mitad de una caverna, parecía acabar de darse cuenta, horrorizado, de su discapacidad. Me pareció tan extraña aquella escena que no pude reprimir mi curiosidad.
Y para mi sorpresa resultó que aquella surrealista situación tenía un sentido si la situaba dentro de su contexto. De hecho, El banyan rojo es un cómic de aventuras bastante convencional. Por un lado tenemos a un héroe, aunque puestos a matizar...lo que se dice héroe pues tampoco es que tenga mucho; más bien tiene bastante poco, pero aún así es el protagonista indiscutible de esta historia y seguro que hasta puede que se gane vuestra simpatía. Se trata de un alfarero que no se le ocurre otra cosa que ponerle los cuernos ni más ni menos que a su benefactor, un rajá bastante hijodeputa que, ya de paso, deciros que se nos presenta como el malo del cuento. Y claro, tenemos también a la chati, entre ambos. Y ese secuaz del malvado, que se las hará pasar canutas a nuestro héroe. Pero sigamos añadiendo ingredientes a la coctelera: emoción, drama, algo de misterio, romance... Lo dicho, el cuadro está bastante claro, un tebeo de aventuras de toda la vida.
Y sí, antes he dicho cuento de foma más que consciente, sin matiz despectivo alguno, ni mucho menos, porque después de todo este banyan rojo es lo que es, una leyenda en toda regla, con una ambientación hindú poco habitual respecto a lo que podemos leer por estos lares. Un cuento con la dosis fantástica habitual y en el que, como no podría ser de otra forma, tampoco puede faltar su mensaje que, en este caso, invita a la reflexión: ¿hasta dónde serías capaz por conseguir algo que desearas mucho?
El álbum posee un ritmo bastante correcto, que reporta una lectura entretenida y amena, al tiempo que necesariamente destaca por su dibujo. Éste, si bien en un principio puede engañar por su sencillez formal respecto a la historia que ilustra, acaba configurándose como un elemento que aporta un carácter distintivo y muy personal a la obra. De igual forma, la aplicación del color viene a consolidar esa sensación.
¿Se nota que me lo he pasado genial leyéndomelo?
Y para mi sorpresa resultó que aquella surrealista situación tenía un sentido si la situaba dentro de su contexto. De hecho, El banyan rojo es un cómic de aventuras bastante convencional. Por un lado tenemos a un héroe, aunque puestos a matizar...lo que se dice héroe pues tampoco es que tenga mucho; más bien tiene bastante poco, pero aún así es el protagonista indiscutible de esta historia y seguro que hasta puede que se gane vuestra simpatía. Se trata de un alfarero que no se le ocurre otra cosa que ponerle los cuernos ni más ni menos que a su benefactor, un rajá bastante hijodeputa que, ya de paso, deciros que se nos presenta como el malo del cuento. Y claro, tenemos también a la chati, entre ambos. Y ese secuaz del malvado, que se las hará pasar canutas a nuestro héroe. Pero sigamos añadiendo ingredientes a la coctelera: emoción, drama, algo de misterio, romance... Lo dicho, el cuadro está bastante claro, un tebeo de aventuras de toda la vida.
Y sí, antes he dicho cuento de foma más que consciente, sin matiz despectivo alguno, ni mucho menos, porque después de todo este banyan rojo es lo que es, una leyenda en toda regla, con una ambientación hindú poco habitual respecto a lo que podemos leer por estos lares. Un cuento con la dosis fantástica habitual y en el que, como no podría ser de otra forma, tampoco puede faltar su mensaje que, en este caso, invita a la reflexión: ¿hasta dónde serías capaz por conseguir algo que desearas mucho?
El álbum posee un ritmo bastante correcto, que reporta una lectura entretenida y amena, al tiempo que necesariamente destaca por su dibujo. Éste, si bien en un principio puede engañar por su sencillez formal respecto a la historia que ilustra, acaba configurándose como un elemento que aporta un carácter distintivo y muy personal a la obra. De igual forma, la aplicación del color viene a consolidar esa sensación.
¿Se nota que me lo he pasado genial leyéndomelo?
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