Lo que más me ha sorprendido de esta obra ha sido el inesperado enfoque cotidiano y costumbrista que Kirkman ha adoptado para narrar las desventuras de los protagonistas en un mundo asolado por los zombies.
A diferencia de otras series con un planteamiento similar, como Y el Último Hombre, aquí el guionista abandona toda espectacularidad y efectismo, centrándose en una visión más realista, menos peliculera, de la horrible situación que retrata. Los personajes son buena muestra de ello: en lugar de ser escapistas, científicos, monos o senadoras nos encontramos con personas corrientes y molientes. Tus vecinos. Tú mismo.
El tebeo es muy entretenido, sus dibujantes no son estrellas del firmamento historietístico, pero sus estilos encajan a la perfección con el estilo de la serie (la única pega: a veces los personajes femeninos jóvenes que no tienen el pelo negro se confunden entre ellos).
En su debe: Kirkman es un escritor de diálogos muy, muy planos, todos sus personajes hablan igual (aún teniendo personalidades diferenciadas todos ellos) y hacia el tercer tomo comienza a desbordarle la verborrea empleando el doble o el triple del texto necesario para transmitir los pensamientos e ideas de los protagonistas, lo que hace que progresivamente estos Muertos Vivientes se hagan pesaditos de leer, pese al evidente interés de su desarrollo.
Con todo, el mejor tebeo de zombies que puedes encontrar ahora mismo en el mercado español.
Evita el resto.
A diferencia de otras series con un planteamiento similar, como Y el Último Hombre, aquí el guionista abandona toda espectacularidad y efectismo, centrándose en una visión más realista, menos peliculera, de la horrible situación que retrata. Los personajes son buena muestra de ello: en lugar de ser escapistas, científicos, monos o senadoras nos encontramos con personas corrientes y molientes. Tus vecinos. Tú mismo.
El tebeo es muy entretenido, sus dibujantes no son estrellas del firmamento historietístico, pero sus estilos encajan a la perfección con el estilo de la serie (la única pega: a veces los personajes femeninos jóvenes que no tienen el pelo negro se confunden entre ellos).
En su debe: Kirkman es un escritor de diálogos muy, muy planos, todos sus personajes hablan igual (aún teniendo personalidades diferenciadas todos ellos) y hacia el tercer tomo comienza a desbordarle la verborrea empleando el doble o el triple del texto necesario para transmitir los pensamientos e ideas de los protagonistas, lo que hace que progresivamente estos Muertos Vivientes se hagan pesaditos de leer, pese al evidente interés de su desarrollo.
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