El circo del desaliento (David Rubín; Astiberri): Recopilación de historias de extensión variable que giran en torno a unos mismos temas que, al parecer, son representativos de este autor. Y digo al parecer porque reconozco que no le conocía hasta haberme leído este cómic. Y ya de paso debo reconocer que el descubrimiento ha sido grato.
Las historias que nos cuenta Rubín cuentan con la extraordinaria capacidad de decirnos algo. Porque me resulta difícil leer alguna de las historias que contiene este tomo y quedarme tal cual. Y desconfiaría de quien me dijese lo contrario. Porque leer a Rubín es empaparse de tristeza, alegría, rabia y tantas otras emociones que inundan sus páginas.
Gran parte de responsabilidad en ello recae en sus personajes, perfectamente caracterizados y tan próximos que la identificación resulta prácticamente inevitable. Ellos son el vehículo, la voz para que Rubín nos haga llegar su persona y su estado de ánimo.
Si bien se trata de una recopilación de historias, está presente una simbología que aúna y da coherencia a la obra, al tiempo que constata la existencia de un universo unitario que no es otro que el del autor. Al respecto, destacar el elemento superheroico más clásico que Rubín utiliza de forma muy personal, ofreciéndonos una visión cuanto menos interesante acerca de la figura del héroe.A nivel gráfico destacar la expresividad del trazo de Rubín. Sencillo, anguloso, tremendamente efectivo, que se complementa con un exhaustivo conocimiento de la narración.
Para rematar, la edición de Astiberri está muy bien cuidada, como generalmente nos tiene acostumbrados, incluyéndose una introducción a cargo de Miguelanxo Prado y un epílogo de Carlos Portela que ayudan al lector a completar su visión acerca de la obra de Rubín.
Recomendable sin lugar a dudas.
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