Mary Jane Marvel Style 1-2 (Sean McKeever, Takeshi Miyazawa,; Panini): Probablemente os preguntéis qué me mueve a leerme algo así. ¿Qué puedo decir en mi defensa? Me gustan las pelirrojas, qué le voy a hacer. Dios me castigó con ese antojo.
Pero bueno, lo cierto es que me aproximé a estos cómics como si de un shojo (cómic japonés para chicas) se tratara, clasificación que curiosamente hace servir Julián M. Clemente en un artículo que incluye el segundo número. Y sí, bastante de eso tiene. Sólo que los shojos que he leído, no todos eso sí, poseen la peculiaridad de que cualquier chica que se acerque a ellos podrá verse identificada o implicada, en mayor o menor medida, en la historia que se le cuenta, cuando lo que nos proponen estas dos miniseries con Mary Jane como prota... bueno, digamos que es harina de otro costal.
Me explicaré: Para empezar, ambas historias acaban por hacerse aburridas y paradójicamente lo mejor de ellas son los momentos en que nuestro trepamuros favorito asoma la jeta. De hecho, la primera aparición de Spidey protagoniza un gag realmente hilarante con el que me estuve riendo un buen rato. Desafortunadamente fue la excepción a un cómic de ritmo leeeeento, donde constantemente tenemos a los mismos protagonistas, básicamente cuatro, en torno a los cuales gira toda la acción del tebeo. El tono es desenfadado, juvenil, respaldado por un estilo de dibujo que recuerda al manga, lo cual no es malo, pero no sé cómo pero lo cierto es que no se sabe sacar partido de este elemento. Para colmo, ante nosotros se desarrollan los ya manidos tópicos de high school estadounidense, aplicados tanto a situaciones como a personajes. Para que nos entendamos, Sensación de vivir pero con un superhéroe que de tanto en tanto se deja ver y que como ya os he dicho es lo mejor de un cómic que precisamente no va de eso.
En el lado positivo, alguna sorpresa ocasional que anima momentáneamente la historia pero que, como el resto, acaba por aburrir al personal.
El resultado, un cómic que quizás pretenda atraer a un público diferente al habitual usando fórmulas supuestamente atractivas y que, desafortunadamente, no sólo no convence sino que acaba sumiendo en un irresistible sopor al osado lector que se atreva con su lectura. Una lástima. Tigres, olvidaos de que os toque el premio gordo leyendo estos tebeos.
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