Bone es un caramelo.
Empiezas a chuparlo, a darle vueltas en la boca y la verdad es que sabe muy bien. Pero poco a poco, a la larga, el dulce va perdiendo su sabor, pese a que siga siendo satisfactorio seguir lamiéndolo hasta su conclusión. Cuando ésta llega no queda en ti más que una ligera impresión dulzona, que como todas las que producen las chucherías no tardará en desaparecer. Y rápido.
Bone es un engaño.
Tiene un comienzo prometedor, es divertido, está muy bien dibujado y ofrece la esperanza de convertirse en una épica fantástica de las buenas, pero todo ello, por desgracia, no acaba conduciendo a ningún lado. A menos que volver al punto de partida sin que prácticamente haya cambiado nada sea algo digno de encomio.
El problema principal de Jeff Smith, a mi juicio, es que intenta a darle a Bone una dimensión demasiado apocalíptica que no se corresponde para nada con el desarrollo de la peripecia argumental ni con su envoltorio (es decir: “¿1000 páginas para esto? Uau, tienen que pasar mogollón de cosas y super importantes, además.” “Uh, no”). Para empezar, una amenaza similar a la de Sauron en el Señor de los Anillos se extiende en el mundo de Bone, con sus Círculos Fantasma, Mostrorratas y toda la pesca, todo ello muy, pero que muy acojonante, incluyendo un villano caracterizado de puta madre, con los bocadillos de texto saliéndole temblorosos por debajo de su capucha. Uno podría esperar que los buenos superaran estos obstáculos al final de la epopeya, pero, siendo sinceros, ¿podía esperarse que lo consiguieran sin ser mínimamente afectados, física o psicológicamente, por la contienda? ¿Recordáis el final de la obra de Tolkien, cuando los hobbits están de regreso en La Comarca, pensando en todo lo que ha cambiado en ellos después de todo lo que han pasado? En Bone no hay nada de eso. La obra comienza con los Bones huyendo de Boneville y acaba con ellos regresando a ella, sus personalidades intactas, en un bucle que encierra una nada argumental muy bonita de observar.
Se dan muchas manifestaciones de lo dicho durante la serie, que juegan en contra de la supuesta trascendentalidad de los hechos que en ella se narran, haciendo que no te creas nada de lo que está pasando: las mostrorratas son terribles, terribles, pero ¿cuánta gente se comen durante la historia?; ¿cuánta gente muere en los horribles sucesos que se desarrollan?; lo que sucede es extremadamente importante, pero ¿por qué hay algún que otro tomo en el que lo único que ocurre es que los personajes entran en un bosque y... al final... salen... por el... otro lado, sin que nada de lo que haya pasado en su interior tenga repercusión alguna?
Pienso que la causa de lo comentado es la mezcla de humor y aventura que se pretende en la serie y que Smith consigue de forma brillante en su inicio, pero que después se hace imposible de equilibrar y no por que él no sea capaz de hacerlo (ya digo que es admirable como pasa de un registro a otro), sino porque cuando llega el momento de juntar humor con horror, muerte y destrucción el objetivo per se es imposible, por lo que se debe renunciar a uno u otro, y lo que el autor decide es limar los dientes a la maldad para que se pueda seguir haciendo cachondeo en sus proximidades lo que desacredita la supuesta infalibilidad que se había ido atribuyendo a los malos.
Para rematar la jugada existen multitud de posibilidades argumentales, típicas del género de fantasía, que se desarrollan de forma tan parca o inexistente que uno llega a preguntarse el porqué de su inclusión en el cómic (y desde luego no es que Smith no tuviera páginas, páginas y más páginas para explotarlas). Como ejemplo más flagrante el personaje de Thorn. ¿Qué importancia tiene que sus padres fueran monarcas para la resolución del conflicto? ¿Aporta algo que ella sea la legítima heredera del trono del Reino? Si este personaje no apareciese en la serie ¿cambiaría realmente algo? Y el amago de romance con Fone Bone, que se queda prendado de ella en cuanto la ve, ¿para qué? ¿Para no hacer referencia al mismo en toda la historia?
Hay otros ejemplos, pero tampoco quiero seguir con esta diatriba, ya que Bone tampoco merece una crítica tan agria como ésta. Tiene muchos puntos a su favor, ya mencionados, pero da rabia, mucha rabia, pensar en lo que Smith hubiera podido conseguir, historietísticamente hablando, con este Bone si hubiera explotado el potencial de todas sus ideas y argumentos y el de sus evidentes talentos como autor de cómics.
Así que en un balance final, ¿qué se puede decir de Bone?
Bone es un caramelo.
Empiezas a chuparlo, a darle vueltas en la boca y la verdad es que sabe muy bien. Pero poco a poco, a la larga, el dulce va perdiendo su sabor, pese a que siga siendo satisfactorio seguir lamiéndolo hasta su conclusión. Cuando ésta llega no queda en ti más que una ligera impresión dulzona, que como todas las que producen las chucherías no tardará en desaparecer. Y rápido.
Empiezas a chuparlo, a darle vueltas en la boca y la verdad es que sabe muy bien. Pero poco a poco, a la larga, el dulce va perdiendo su sabor, pese a que siga siendo satisfactorio seguir lamiéndolo hasta su conclusión. Cuando ésta llega no queda en ti más que una ligera impresión dulzona, que como todas las que producen las chucherías no tardará en desaparecer. Y rápido.
Bone es un engaño.
Tiene un comienzo prometedor, es divertido, está muy bien dibujado y ofrece la esperanza de convertirse en una épica fantástica de las buenas, pero todo ello, por desgracia, no acaba conduciendo a ningún lado. A menos que volver al punto de partida sin que prácticamente haya cambiado nada sea algo digno de encomio.
El problema principal de Jeff Smith, a mi juicio, es que intenta a darle a Bone una dimensión demasiado apocalíptica que no se corresponde para nada con el desarrollo de la peripecia argumental ni con su envoltorio (es decir: “¿1000 páginas para esto? Uau, tienen que pasar mogollón de cosas y super importantes, además.” “Uh, no”). Para empezar, una amenaza similar a la de Sauron en el Señor de los Anillos se extiende en el mundo de Bone, con sus Círculos Fantasma, Mostrorratas y toda la pesca, todo ello muy, pero que muy acojonante, incluyendo un villano caracterizado de puta madre, con los bocadillos de texto saliéndole temblorosos por debajo de su capucha. Uno podría esperar que los buenos superaran estos obstáculos al final de la epopeya, pero, siendo sinceros, ¿podía esperarse que lo consiguieran sin ser mínimamente afectados, física o psicológicamente, por la contienda? ¿Recordáis el final de la obra de Tolkien, cuando los hobbits están de regreso en La Comarca, pensando en todo lo que ha cambiado en ellos después de todo lo que han pasado? En Bone no hay nada de eso. La obra comienza con los Bones huyendo de Boneville y acaba con ellos regresando a ella, sus personalidades intactas, en un bucle que encierra una nada argumental muy bonita de observar.
Se dan muchas manifestaciones de lo dicho durante la serie, que juegan en contra de la supuesta trascendentalidad de los hechos que en ella se narran, haciendo que no te creas nada de lo que está pasando: las mostrorratas son terribles, terribles, pero ¿cuánta gente se comen durante la historia?; ¿cuánta gente muere en los horribles sucesos que se desarrollan?; lo que sucede es extremadamente importante, pero ¿por qué hay algún que otro tomo en el que lo único que ocurre es que los personajes entran en un bosque y... al final... salen... por el... otro lado, sin que nada de lo que haya pasado en su interior tenga repercusión alguna?
Pienso que la causa de lo comentado es la mezcla de humor y aventura que se pretende en la serie y que Smith consigue de forma brillante en su inicio, pero que después se hace imposible de equilibrar y no por que él no sea capaz de hacerlo (ya digo que es admirable como pasa de un registro a otro), sino porque cuando llega el momento de juntar humor con horror, muerte y destrucción el objetivo per se es imposible, por lo que se debe renunciar a uno u otro, y lo que el autor decide es limar los dientes a la maldad para que se pueda seguir haciendo cachondeo en sus proximidades lo que desacredita la supuesta infalibilidad que se había ido atribuyendo a los malos.
Para rematar la jugada existen multitud de posibilidades argumentales, típicas del género de fantasía, que se desarrollan de forma tan parca o inexistente que uno llega a preguntarse el porqué de su inclusión en el cómic (y desde luego no es que Smith no tuviera páginas, páginas y más páginas para explotarlas). Como ejemplo más flagrante el personaje de Thorn. ¿Qué importancia tiene que sus padres fueran monarcas para la resolución del conflicto? ¿Aporta algo que ella sea la legítima heredera del trono del Reino? Si este personaje no apareciese en la serie ¿cambiaría realmente algo? Y el amago de romance con Fone Bone, que se queda prendado de ella en cuanto la ve, ¿para qué? ¿Para no hacer referencia al mismo en toda la historia?
Hay otros ejemplos, pero tampoco quiero seguir con esta diatriba, ya que Bone tampoco merece una crítica tan agria como ésta. Tiene muchos puntos a su favor, ya mencionados, pero da rabia, mucha rabia, pensar en lo que Smith hubiera podido conseguir, historietísticamente hablando, con este Bone si hubiera explotado el potencial de todas sus ideas y argumentos y el de sus evidentes talentos como autor de cómics.
Así que en un balance final, ¿qué se puede decir de Bone?
Bone es un caramelo.
Empiezas a chuparlo, a darle vueltas en la boca y la verdad es que sabe muy bien. Pero poco a poco, a la larga, el dulce va perdiendo su sabor, pese a que siga siendo satisfactorio seguir lamiéndolo hasta su conclusión. Cuando ésta llega no queda en ti más que una ligera impresión dulzona, que como todas las que producen las chucherías no tardará en desaparecer. Y rápido.
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