-Los inocentes (Gipi; Sin Sentido): Entrañable la historia que nos cuenta Gipi sobre un tipo que acude con su sobrino pequeño a encontrarse con un amigo de su juventud que acaba de salir de la cárcel, al término de la cual acabamos reflexionando sobre cómo puede ser destruído un hombre por circunstancias ajenas a su voluntad.
Gipi nos narra la historia sirviéndose de una conversación en coche entre el protagonista y su sobrino y a la vez apasionado audiente. Una pareja de esas que se ganan tu simpatía desde el primer chiste. Quizás sea por la inocencia con la que el crío escucha lo que su tío le cuenta sobre su pasado, cuando pasaba los días en la calle, con su cuadrilla; la vida cotidiana de una banda. Una mirada adulta teñida de nostalgia y que es captada a la perfección en la portada del álbum. Una nostalgia por un pasado mejor y que se contrapone con la cruda realidad del amigo del protagonista, un pobre diablo cuya estancia en prisión destruyó su ser, su juventud, y de paso trastocó sus facultades mentales. Y aquí Gipi te lo cuenta como si tal cosa, en las treinta y pocas páginas que tiene el cómic. Sugiere más que describe, haciendo uso de los silencios, las miradas, los paisajes mediterráneos costeros, estupendamente caracterizados, y el tiempo atmosférico, en constante evolución y acompañando el desarrollo de la acción. Y es que en definitiva es el lector quien acaba pintando el cuadro en su cabeza, reparando en el horror de lo contado, si bien el desenlace nos trae una sonrisa al rostro, entre amarga y amable que nos hace cerrar el tebeo con una honda satisfacción.
Para los amantes de las historias sencillas, emotivas y hábilmente narradas que, en este caso además cuenta con el aliciente de una estupenda edición de Sin Sentido, o sea, la norma en lo que a esta editorial se refiere. Lo malo, que se lea tan rápido.
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