-Planetary 24 (Ellis, Cassaday; Wildstorm): Revelaciones. Ellis nos cuenta de boca de Elija algunas cosas que confieren sentido a hechos pasados y le dan al lector una idea general de qué va todo. Pero no nos emocionemos, al final del número han de morir medio millar de personas sin que venga mucho a cuento. Bueno, la idea es que odiemos un poquito más a los antagonistas de la serie y respaldemos los consecuentes y previsibles actos de venganza, posiblemente partícipes de una violencia para nada inusitada en la línea de este guionista, que nos regalará el equipo creativo en la siguiente entrega que tendrá lugar... algún mes de los que han de venir. Cassaday cumple pero se contiene, condicionado por un guión donde el peso recae en la conversación del trío protagonista.
En líneas generales, mejor de lo que hemos estado leyendo en las últimas entregas de la serie.
En líneas generales, mejor de lo que hemos estado leyendo en las últimas entregas de la serie.
-Hellboy: Makoma (Mignola, Corben; Dark Horse): Finalizada esta miniserie de dos números debo reconocer algo que nunca habría pensado que diría algún día de un cómic de Hellboy. Me ha gustado. Horror, ¿deberé acudir a consulta médica? ¿Cómo me ha podido pasar ésto a mí?
El cómic está contado como si fuera un cuento, recurso que consigue captar nuestro interés desde la primera página. El fondo, mitológico, junto a la ambientación africana, quedan plasmados a la perfección por los lápices de Richard Corben que, a diferencia de su trabajo en Bigfoot, recientemente reseñado en este vuestro libro, cumple con las espectativas que suele generar por parte del fan. Lo cierto es que el guión es consistente, sin los vacíos argumentales o cabos sueltos que a menudo encontramos en las historias de Hellboy. Quizás sea porque esta miniserie está sacada de la continuidad que constituyen los últimos tebeos del personaje, por mucho que se incluye un episodio relativo a su infancia.
Da lo mismo, la historia se lee muy bien, a lo que ayuda un sentido del humor que creía desaparecido en el argot de Mignola. Y es el Hellboy de siempre. O sea, el que se mete de hostias con bichejos monstruosos de todo tipo. Qué más le váis a pedir, no?
-Gotham Central 40 (Rucka, Kano, Gaudiano; DC): Se acabó. Aquí finaliza la que, en mi opinión, ha sido una de las mejores series de la casa hasta la fecha. Y lo hace como toca, con un número que supone la justa culminación de un dramático arco argumental final que había supuesto el regreso al concepto más policiaco que desde el principio había tenido la serie. ¿Para qué queremos superhéroes si aquí las estrellas indiscutibles siempre han sido los componentes del Departamento de Crímenes Mayores de la ciudad de Gotham?
Rucka nos regala un número soberbio, ilustrativo de lo que sucede cuando algo que quieres es destruído y la justicia en la que siempre has confiado y servido no puede alcanzar al culpable. Todo de la mano de René Montoya, eje sobre el que se mueve la acción; un personaje de una tremenda humanidad (romántico diría yo), roto por las circunstancias que le han tocado en desgracia. Y Kano desmuestra una vez más su más que probada solvencia, con la ayuda de Gaudiano al pincel. Nunca Montoya fue tan grande como con los lápices y la tinta de estos dos artistas.
Hacía mucho, pero que mucho tiempo, que no me emocionaba con un cómic.
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