Es divertidísimo leerte la introducción de este tomo, donde un Eric Powell (el creador del personaje/serie) ultracrítico consigo mismo agradece al lector su confianza por comprar lo que él mismo califica como basura. Pero contextualicemos dicha declaración: Powell califica como basura estos tres primeros números de la colección, la totalidad de la primera serie existente sobre el personaje, en vistas de lo que vino a continuación.
Con semejante aperitivo previo a la degustación del tebeo uno no puede más que admitir que tenía sus reservas ante lo que se avecinaba, aunque la impresión final no resultó siendo tan negativa como inaginaba.
Por partes, El Bruto parte de un planteamiento original y extravagante: ambientado en lo que bien pudiera ser unos USA de finales de los 20 o principios de los 30 en tanto que bebe de la estética propia de la serie negra, incorpora un elemento discordante y extraño, que no es otro que la existencia de zombies como miembros integrantes de una banda de mafiosos, cuyo líder se nos presenta como el enemigo declarado de nuestro protagonista, un armario ropero de dos por dos que no recibe su apodo de forma gratuíta, ni mucho menos.
Por lo que toca a las tramas, poco puede decirse que se salga de las inevitables peleas a mamporros insertas en argumentos sencillos que más parecen una excusa para que el prota y su inseparable compañero psicótico se dediquen a hacer gala de un sentido del humor que oscila entre lo negro y lo fácil, aunque se advierte una preocupación por sentar el origen del personaje ya desde un principio que viene a enlazar con la premisa de una de las historias que componen el volumen. De todas formas, es en las "tiras" cómicas incluídas al final del tomo (más que tiras son chistes diseñados en viñetas y a página completa) donde encontramos la mejor expresión de ese humor de Powell al que ya hemos aludido. Si os gusta este tipo de humor, que se recrea en la violencia como mero divertimento, rayando en lo truculento ocasionalmente, estáis de enhorabuena, éste es vuestro cómic; en caso contrario, podéis ir dejándolo en su estante.
En cuanto al dibujo, del que reniega Powell, hemos de decir que tiene un nivel más que aceptable, oscilando entre el realismo y la caricatura. Curioso es el estilo de Powell que recuerda vagamente al Spirit de Will Eisner o a Wally Wood, aunque como personaje en sí bien pudiéramos compararlo con el Hellboy de Mignola.
¿Recordáis con una sonrisa en los labios al Lobo de Navidad Paramilitar? Probad con esto.
Con semejante aperitivo previo a la degustación del tebeo uno no puede más que admitir que tenía sus reservas ante lo que se avecinaba, aunque la impresión final no resultó siendo tan negativa como inaginaba.
Por partes, El Bruto parte de un planteamiento original y extravagante: ambientado en lo que bien pudiera ser unos USA de finales de los 20 o principios de los 30 en tanto que bebe de la estética propia de la serie negra, incorpora un elemento discordante y extraño, que no es otro que la existencia de zombies como miembros integrantes de una banda de mafiosos, cuyo líder se nos presenta como el enemigo declarado de nuestro protagonista, un armario ropero de dos por dos que no recibe su apodo de forma gratuíta, ni mucho menos.
Por lo que toca a las tramas, poco puede decirse que se salga de las inevitables peleas a mamporros insertas en argumentos sencillos que más parecen una excusa para que el prota y su inseparable compañero psicótico se dediquen a hacer gala de un sentido del humor que oscila entre lo negro y lo fácil, aunque se advierte una preocupación por sentar el origen del personaje ya desde un principio que viene a enlazar con la premisa de una de las historias que componen el volumen. De todas formas, es en las "tiras" cómicas incluídas al final del tomo (más que tiras son chistes diseñados en viñetas y a página completa) donde encontramos la mejor expresión de ese humor de Powell al que ya hemos aludido. Si os gusta este tipo de humor, que se recrea en la violencia como mero divertimento, rayando en lo truculento ocasionalmente, estáis de enhorabuena, éste es vuestro cómic; en caso contrario, podéis ir dejándolo en su estante.
En cuanto al dibujo, del que reniega Powell, hemos de decir que tiene un nivel más que aceptable, oscilando entre el realismo y la caricatura. Curioso es el estilo de Powell que recuerda vagamente al Spirit de Will Eisner o a Wally Wood, aunque como personaje en sí bien pudiéramos compararlo con el Hellboy de Mignola.
¿Recordáis con una sonrisa en los labios al Lobo de Navidad Paramilitar? Probad con esto.
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