En efecto, las comparaciones son odiosas pero a veces también resultan inevitables, como en el caso que nos ocupa. Un tomo recopilatorio de material inédito de Flinch, publicado por Recerca, y El Libro de los Muertos, publicado por Norma editorial. Ambos tebeos están constituídos por historias cortas de terror firmadas por autores más o menos conocidos y ambos los hemos visto publicados la misma semana.
Sin embargo, y para empezar, debemos constatar una diferencia fundamental en cuanto al contenido y esencia de cada tomo. Si en la publicación de Norma los contenidos se refieren a Los Muertos, entiéndase por ello zombies, ghouls, y apariciones de todo tipo, en la línea de otros títulos que la misma casa englobó en su línea Made in Hell (Casas Encantadas y Brujas respectivamente), en Flinch el terror es multiforme y, más importante todavía, ligado a ese lado oscuro que todos nosotros albergamos, susceptible de ser conectado con un sinfín de temas y que posiblemente encontremos más cercano y por tanto más impactante que la primera propuesta.
A este hecho se le suma una diría que evidente diferencia respecto a la calidad de las distintas historias implicadas. Como toda recopilación de narraciones realizadas por un colectivo heterogéneo de autores, la irregularidad es la norma, si bien se aprecia unos mejores resultados en el volumen de Flinch. Es más, en mi opinión existe un abismo entre ambos tomos.
Así, en El Libro de los Muertos sólo destacaría una historia adaptada e ilustrada por Eric Powell. Tras ella mencionaría La Cuneta, de David Crouse y Todd Herman, por su original perspectiva, y Kago No Tori, de Jamie S.Rich y el siempre efectivo Guy Davis. Del resto poco puede decirse, salvo que la mediocridad o la intrascendencia sean la norma. Ni tan siquiera Jill Thompson convence con la continuación de su historia Los infamiliares que ganara un Eisner el año pasado, que acaba resultando bastante sosa. Mignola, por su parte, nos ofrece otra historia aburrida y que no cuenta prácticamente nada, cuya principal virtud es remitirnos a la obra de Shakespeare y a dos poemas de autores del XVIII. Es más, la inclusión de historias como la de Scott Allie que alude a su otra obra Las pisadas del diablo, publicada por Recerca, viene a deslucir el conjunto, presentándonos un argumento irrelevante que, además, está mal contado.
En cambio, en Flinch la cosa cambia. Cierto que encontramos historias que no aportan gran cosa, pero también lo es que se incluyen un buen puñado de historias interesantes que son capaces de impactarnos, inquietarnos, divertirnos u horrorizarnos como cosa mala. Y, entre ellas, me atrevería a decir que hasta podemos encontrar pequeñas obras maestras cuya lectura supone, inevitablemente, el traernos al recuerdo algunas de las publicaciones de la EC.
Al respecto, tanto la primera como la última historia que salen en el tomo habría que enmarcarlas en esta categoría: Romance rojo, donde aparece un inusitado y sorprendente Bruce Timm, y Mirándote, del excelente Frank Quitely. Dos historias sucias que nos ofrecen lo más oscuro que puede esconder en su interior el hombre. Increíbles. Os golpearán como una maza. Sólo como algunos cabrones pueden hacer... como Chuck Palahniuk, por ejemplo, el autor de El Club de la Lucha y otras lindezas. Pero añadamos otras historias verdaderamente originales, como Vida Temporal, Observador o Descenso; interesantes como la de Emergente; divertidas como Si los deseos tuvieran alas o Prepacked; o curiosas, como la El Desayuno de Bodas, de Mike Carey. Y es que otro de los valores añadidos de una recopilación como ésta es la de encontrarnos a autores conocidos realizando cosas que quizás se salgan un poco de lo común respecto a lo que están acostumbrados a hacer.
Finalmente, el precio, Flinch es más caro, sí, que El Libro, 3 euros y medio más. Pero a cambio nos ofrece unas 80 páginas más: Muchas más historias y más redondas.
Quizás pueda sonar pretenciosa la frase La mejor antología de relatos de terror inéditos en España que podemos leer en la cubierta de Flinch, pero lo cierto es que sin duda alguna yo me decantaría por la elección de este tomo si me dieran a elegir. Y es que lecturas que te impactan y que quizás no te dejen dormir no hay muchas. Os lo dice un fan de Hellblazer.
Sin embargo, y para empezar, debemos constatar una diferencia fundamental en cuanto al contenido y esencia de cada tomo. Si en la publicación de Norma los contenidos se refieren a Los Muertos, entiéndase por ello zombies, ghouls, y apariciones de todo tipo, en la línea de otros títulos que la misma casa englobó en su línea Made in Hell (Casas Encantadas y Brujas respectivamente), en Flinch el terror es multiforme y, más importante todavía, ligado a ese lado oscuro que todos nosotros albergamos, susceptible de ser conectado con un sinfín de temas y que posiblemente encontremos más cercano y por tanto más impactante que la primera propuesta.
A este hecho se le suma una diría que evidente diferencia respecto a la calidad de las distintas historias implicadas. Como toda recopilación de narraciones realizadas por un colectivo heterogéneo de autores, la irregularidad es la norma, si bien se aprecia unos mejores resultados en el volumen de Flinch. Es más, en mi opinión existe un abismo entre ambos tomos.
Así, en El Libro de los Muertos sólo destacaría una historia adaptada e ilustrada por Eric Powell. Tras ella mencionaría La Cuneta, de David Crouse y Todd Herman, por su original perspectiva, y Kago No Tori, de Jamie S.Rich y el siempre efectivo Guy Davis. Del resto poco puede decirse, salvo que la mediocridad o la intrascendencia sean la norma. Ni tan siquiera Jill Thompson convence con la continuación de su historia Los infamiliares que ganara un Eisner el año pasado, que acaba resultando bastante sosa. Mignola, por su parte, nos ofrece otra historia aburrida y que no cuenta prácticamente nada, cuya principal virtud es remitirnos a la obra de Shakespeare y a dos poemas de autores del XVIII. Es más, la inclusión de historias como la de Scott Allie que alude a su otra obra Las pisadas del diablo, publicada por Recerca, viene a deslucir el conjunto, presentándonos un argumento irrelevante que, además, está mal contado.
En cambio, en Flinch la cosa cambia. Cierto que encontramos historias que no aportan gran cosa, pero también lo es que se incluyen un buen puñado de historias interesantes que son capaces de impactarnos, inquietarnos, divertirnos u horrorizarnos como cosa mala. Y, entre ellas, me atrevería a decir que hasta podemos encontrar pequeñas obras maestras cuya lectura supone, inevitablemente, el traernos al recuerdo algunas de las publicaciones de la EC.
Al respecto, tanto la primera como la última historia que salen en el tomo habría que enmarcarlas en esta categoría: Romance rojo, donde aparece un inusitado y sorprendente Bruce Timm, y Mirándote, del excelente Frank Quitely. Dos historias sucias que nos ofrecen lo más oscuro que puede esconder en su interior el hombre. Increíbles. Os golpearán como una maza. Sólo como algunos cabrones pueden hacer... como Chuck Palahniuk, por ejemplo, el autor de El Club de la Lucha y otras lindezas. Pero añadamos otras historias verdaderamente originales, como Vida Temporal, Observador o Descenso; interesantes como la de Emergente; divertidas como Si los deseos tuvieran alas o Prepacked; o curiosas, como la El Desayuno de Bodas, de Mike Carey. Y es que otro de los valores añadidos de una recopilación como ésta es la de encontrarnos a autores conocidos realizando cosas que quizás se salgan un poco de lo común respecto a lo que están acostumbrados a hacer.
Finalmente, el precio, Flinch es más caro, sí, que El Libro, 3 euros y medio más. Pero a cambio nos ofrece unas 80 páginas más: Muchas más historias y más redondas.
Quizás pueda sonar pretenciosa la frase La mejor antología de relatos de terror inéditos en España que podemos leer en la cubierta de Flinch, pero lo cierto es que sin duda alguna yo me decantaría por la elección de este tomo si me dieran a elegir. Y es que lecturas que te impactan y que quizás no te dejen dormir no hay muchas. Os lo dice un fan de Hellblazer.
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