-El Perdición 1: Los cañones de oro, Lorenzo F. Díaz y Carlos Puerta, Dibbuks: ¿Os gustan los piratas? Entonces cuanto menos deberíais echarle un vistazo a este Perdición. Porque la cosa va de piratas.
El cómic tiene prácticamente todos los elementos atribuíbles al tema, a falta de uno o dos que como tales ya se enmarcarían más en el género fantástico que en el caso que nos toca. Porque si algo destaca en el tebeo que tenemos entre manos es la voluntad por parte de los autores de recrear históricamente la piratería moderna localizada en su escenario natural, el Caribe.
Que el resultado sea histórico o no ya no es competencia nuestra, pero sí que se debe apuntar que una y otra vez se nos ofrece información sacada de las fuentes históricas. Eso por lo que se refiere a una parte sustancial del tebeo. La otra estaría formada por tópicos sobre el tema cuyo origen deberíamos buscarlo en la visión proporcionada por las pelis clásicas y no tan clásicas que han tratado la piratería. Y casi diría que se podrían rastrear trazas folletinescas, pulp, en la obra.
El guión en sí nos plantea la historia de una búsqueda de un tesoro (o maya o azteca, el guionista parece no decidirse entre unos u otros), que acaba englobándose en otra búsqueda, la de un hombre por una mujer que le abandonó y traicionó en el pasado. Pero es también la historia de una venganza, la de una joven que quiere ajustarle las cuentas al asesino de su padre.
El ritmo narrativo es correcto, alternando acción con desarrollo de trama de forma bastante equilibrada, si bien la historia cuenta con algunos detalles que despistan al lector. Por ejemplo, la historia de la joven protagonista, donde se aprecia alguna laguna de carácter argumental. O que te hablen desde el principio del tesoro como una cruz de oro para que luego nos salgan con que lo de la cruz era meramente secundario y lo que realmente sí que constituía el ansiado tesoro era un conjunto de cañones forjados con oro. Más grave es que nos presenten a un personaje como alguien que en principio parece que tendrá cierta relevancia a lo largo de la obra cuando en resumidas cuentas acaba siendo un stunt man que llega incluso a preguntarse sobre su papel en todo este meollo de piratas en búsqueda de un tesoro, cuando a la práctica se dedica a acuchillar y por la espalda al que se le ponga por delante, algo un tanto difícil de creer teniendo en cuenta que el tipo es un japonés que proviene de una sociedad donde el honor merece una especial consideración. Y el hecho de que el malo de turno nos lo pinten tan, pero tan malo, llegando a niveles propios de opereta, no deja de resultar algo que raya en el ridículo.
Pero a pesar de estos y otros detalles que nos hacen arquear una ceja, la historia se deja leer bastante bien como lo que es, una de aventuras.
Mención especial recibe el dibujante, Carlos Puerta, que nos regala con un estilo caricaturesco poco al uso y unas viñetas pero que muy trabajadas, dejando de lado el linealismo para centrarse en el color como configurador de las formas y recreador de atmósferas. Muy atractivo.
En definitiva, bonito de ver y agradable de leer. Para fans de Jolly Roger y, en general, de todo el que disfrute con el género de aventuras.
-Una buhardilla en París, Sergio Melià, Dibbuks: Álbum autoconclusivo que nos presenta una historia de amor que comienza recordándonos un encuentro seguido de una pérdida, desde la perspectiva del reencuentro con esa persona amada, punto inicial de un cómic centrado en las segundas oportunidades y en la cara amarga del amor.
La historia que nos presenta Melià es sencilla, sin artificios, casi diría que tópica a ratos e incluso predecible, pero se lee bastante bien y está ilustrada con un estilo claro que hace uso de una paleta de color poco variada y atenuada.
Cómic anecdótico.
El cómic tiene prácticamente todos los elementos atribuíbles al tema, a falta de uno o dos que como tales ya se enmarcarían más en el género fantástico que en el caso que nos toca. Porque si algo destaca en el tebeo que tenemos entre manos es la voluntad por parte de los autores de recrear históricamente la piratería moderna localizada en su escenario natural, el Caribe.
Que el resultado sea histórico o no ya no es competencia nuestra, pero sí que se debe apuntar que una y otra vez se nos ofrece información sacada de las fuentes históricas. Eso por lo que se refiere a una parte sustancial del tebeo. La otra estaría formada por tópicos sobre el tema cuyo origen deberíamos buscarlo en la visión proporcionada por las pelis clásicas y no tan clásicas que han tratado la piratería. Y casi diría que se podrían rastrear trazas folletinescas, pulp, en la obra.
El guión en sí nos plantea la historia de una búsqueda de un tesoro (o maya o azteca, el guionista parece no decidirse entre unos u otros), que acaba englobándose en otra búsqueda, la de un hombre por una mujer que le abandonó y traicionó en el pasado. Pero es también la historia de una venganza, la de una joven que quiere ajustarle las cuentas al asesino de su padre.
El ritmo narrativo es correcto, alternando acción con desarrollo de trama de forma bastante equilibrada, si bien la historia cuenta con algunos detalles que despistan al lector. Por ejemplo, la historia de la joven protagonista, donde se aprecia alguna laguna de carácter argumental. O que te hablen desde el principio del tesoro como una cruz de oro para que luego nos salgan con que lo de la cruz era meramente secundario y lo que realmente sí que constituía el ansiado tesoro era un conjunto de cañones forjados con oro. Más grave es que nos presenten a un personaje como alguien que en principio parece que tendrá cierta relevancia a lo largo de la obra cuando en resumidas cuentas acaba siendo un stunt man que llega incluso a preguntarse sobre su papel en todo este meollo de piratas en búsqueda de un tesoro, cuando a la práctica se dedica a acuchillar y por la espalda al que se le ponga por delante, algo un tanto difícil de creer teniendo en cuenta que el tipo es un japonés que proviene de una sociedad donde el honor merece una especial consideración. Y el hecho de que el malo de turno nos lo pinten tan, pero tan malo, llegando a niveles propios de opereta, no deja de resultar algo que raya en el ridículo.
Pero a pesar de estos y otros detalles que nos hacen arquear una ceja, la historia se deja leer bastante bien como lo que es, una de aventuras.
Mención especial recibe el dibujante, Carlos Puerta, que nos regala con un estilo caricaturesco poco al uso y unas viñetas pero que muy trabajadas, dejando de lado el linealismo para centrarse en el color como configurador de las formas y recreador de atmósferas. Muy atractivo.
En definitiva, bonito de ver y agradable de leer. Para fans de Jolly Roger y, en general, de todo el que disfrute con el género de aventuras.
-Una buhardilla en París, Sergio Melià, Dibbuks: Álbum autoconclusivo que nos presenta una historia de amor que comienza recordándonos un encuentro seguido de una pérdida, desde la perspectiva del reencuentro con esa persona amada, punto inicial de un cómic centrado en las segundas oportunidades y en la cara amarga del amor.
La historia que nos presenta Melià es sencilla, sin artificios, casi diría que tópica a ratos e incluso predecible, pero se lee bastante bien y está ilustrada con un estilo claro que hace uso de una paleta de color poco variada y atenuada.
Cómic anecdótico.
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