Esta es la primera historia larga que leo del ilustre creador de Balas Perdidas, David Lapham. Y creo que ése es el único problema: me parece larga. Quien conoce a Lapham por Balas Perdidas (su primer número me dejó totalmente cautivado) ya se olerá a que tipo de historia nos referimos aquí: género negro actual. Tampoco creo estar descubriéndole nada a nadie.
La historia de Mátame nos narra la vida (parte de ella, vamos) de un pianista que se queda viudo al suicidarse su rica mujer por lo que, tras superar las lógicas sospechas de la policía, decide rehacer su vida lo mejor que puede junto a su amor platónico de juventud. Una chica que, como muchas de este género, es más peligrosa de lo que parece para la salud de nuestro protagonista, provocándole auténticos problemas (llegando, por ejemplo, al asesinato por ella) y conociendo a personajes de dudosa moral (si es que tienen) que le llevarán a una serie de situaciones difíciles que culminarán con la desaparición de la chica y su posterior búsqueda. Todo esto, claro está, sin entrar en detalles.
No es un mal cómic, ni mucho menos. De hecho, es bastante bueno. El problema (o al menos yo lo veo así) es que, mientras que su Balas Perdidas es una serie de historias cortas interconectadas entre sí mediante ciertos personajes o situaciones, y el autor ha demostrado sobradamente lo bien que se desenvuelve en las historias cortas, aquí se enfrenta a un formato al que parece que no está acostumbrado: la novela gráfica. Este formato, claro está, permite que se desarrollen más los personajes, por ejemplo, o algunas de las situaciones que se van a narrar, y Lapham lo hace. Lo que sucede es que las situaciones que desarrolla más que desarrolladas me parecen excesivamente alargadas que en algunos fragmentos de la historia me hacen desear que todo estuviera comprimido en uno de los cómic-books de Balas Perdidas, en las páginas del cual, sospecho, Lapham podría contar la misma historia con, además, algún guiño a algún número anterior. Por supuesto, igual exagero un poco. Igual serían dos números de Balas Perdidas, pero creo que saldríamos ganando.
Sí, suena extraño viniendo de alguien a quien le gusta Bendis, pero es que, a pesar de que el cómic es una lectura totalmente recomendable, servidor esperaba más de Lapham.
Llámenme tiquismiquis...
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