El rollo o feelin' (o como queráis llamarlo) que tengo con Starman empezó leyendo los Pecados de los Padres, saga publicada por Zinco allá por... en la que ya desde la primera página veíamos como David Knight, el que hasta entonces había sido Starman, caía abatido por la bala de un francotirador. ¿Lo habéis pillado? ¡Primera página! Vale, de acuerdo, apenas sabía quién demonios era aquel tipo enfundado en aquel pijama rojo ajustado de lo más ridículo, y poco me importaba su muerte, pero debéis reconocer que es una escena impactante para comenzar un tebeo que se llama "Starman", no? Lo bueno es que el cabrón de James Robinson, el guionista de esta serie, iba a conseguir lo impensable: que acabara sintiendo pena por la muerte de aquel tipo, aquel pobre pringao..¿quién iba a decirlo mientras leía aquellas primeras páginas? Pero claro, es que la cosa no se quedaba ahí, qué va! Alguien debía tomar el relevo al defensor de Opal City, y más teniendo en cuenta que la ciudad estaba siendo acosada por bandas criminales cuyos actos coordinados hacían suponer que existía un porqué para todo aquel caos, una mente maestra detrás del escenario y que al mismo tiempo era la responsable última del asesinato de David. ¿Y quién mejor para detentar el cetro cósmico, el emblema de Starman, que el propio hermano de David, Jack Knight? Er...¡y una mierda! Sip, ahí está la primera respuesta del que se convertiría en nuestro prota ante la oferta de su padre, el que había desempeñado por primera vez tan honorable misión. Y es que el rebelde Jack no casaba ni con cola con el concepto de Starman. Ni se imaginaba vistiendo aquellas mallas tan horteras (o eso le/me parecían al principio), ni arriesgando su pellejo por nada o por nadie. Además..¡Jack era un freak! Respetable, eso sí, en tanto se ganaba la vida como...joder, es difícil describirlo...digamos que compraba cosas que después revendía (cuando no se quedaba algunas de ellas para su colección particular que iba desde cómics a camisetas hawaianas)...y ya sabéis, una cosa es saber un par de trucos de artes marciales y otra muy diferente es arrastrar a tus espaldas la experiencia de salir una noche sí y otra también del murciélago...¡por ejemplo!
Pero bueno...hay momentos que hacen que un hermano, un hijo, un hombre se decida a aceptar algunas responsabilidades. Entonces, nos vestimos de forma molona (no hay lugar para pijamas ni calzoncillos por fuera), pillamos nuestros respectivos cetros de poder cósmico y salimos a la calle a ajustarles las cuentas a los chicos malos. ¿No os pasa?
Vale, puede que hayáis leído esto en algún otro sitio, lo acepto, no es excesivamente original, lo reconozco, pero es que, como antes, la cosa no se queda ahí. Para nada.
Jack se acaba convirtiendo en un HÉROE. Sip, así, con mayúsculas. Un héroe de verdad.
No sé si me explico: ¿Os acordáis de vuestro primer cómic de superhéroes? ¿Cuando abrísteis de forma desmesurada la boca la primera vez que vísteis la figura recortada de Batman contra la luz proyectada por la bat-señal? O fuera del cómic...¿no flipásteis con los primeros diez minutos del Arca Perdida? ¿No hubiérais deseado por aquel entonces dedicaros a la arqueología (sí, a esa de ficción que afortunadamente nada tiene que ver con la real)?
Pero claro, es fácil hablar de héroes me diréis. Pero releed el párrafo anterior: Jack se convierte en uno de ellos. Al empezar la serie es un tipo corriente, uno más del montón, alguien con el que hasta pudiéramos identificarnos. Y aquí entraría en juego otro elemento básico en la serie: el tiempo, su discurrir. Todo pasa enmarcado dentro de una corriente temporal que contribuye a la trama dándole sentido. Todo pasa porque antes ha pasado otra cosa. Existen causas y consecuencias. Es el tiempo y la experiencia quienes convierten a Jack en lo que acaba siendo. Como en la vida real, vamos.
¡Pero aún hay más! En efecto, no sólo estamos hablando de la conversión de un tipejo como tú o como yo en un héroe, en uno de los de verdad (y es que Robinson sabe perfectamente cuáles son los rasgos que lo definen), sino que también asistimos a su desarrollo como persona. Jack habrá de enfrentarse a los problemas, eventos y circunstancias varias con los que todos nos topamos en un momento u otro de nuestras vidas. Grandes temas como el amor, la muerte, la madurez, etc se toparán con Jack al girar una esquina, y tras ese encuentro Jack no volverá a ser el mismo. Y claro, con todo esto encima de la mesa lo lógico es que sintonizemos con este Starman con el que compartimos tanto, y de ahí a que nos emocionemos o nos preocupemos o-lo-que-sea cuando a Jack le pase una cosa u otra (porque hay que reconocer que putadas le pasan unas cuantas) sólo haya un paso...(Joder, estoy recordando ahora que hay momentos en que parece que te estás leyendo un culebrón en toda regla).
Pero este cómic no sólo habla de Jack Knight, no...¿qué os habíais pensado? Para nah. Jah. Robinson crea o recupera todo un más que variopinto elenco de estupendos personajes secundarios que llegan, por momentos, a robarle el protagonismo al bueno de Jack. Desde el tenebroso Shade, pasando por toda una saga familiar de policías irlandeses, hasta llegar a otras encarnaciones que a lo largo del espacio y del tiempo han detentado el emblema de Starman. Grandes personajes muchos de ellos, definidos poco a poco, a medida que avanza la serie, y que, nuevamente, llegan a ganarse nuestra simpatía y complicidad (a mí hasta me pasó con uno de los villanos, la némesis por excelencia de Jack...pero no, no voy a deciros su nombre...es más divertido que lo descubráis vosotros mismos).
Y respecto a la recuperación de personajes antiguos, Robinson demuestra que sabe lo que se hace, recordándonos un poco la labor de Kurt Busiek en otro universo, el Marvel (y es que tanto el uno como el otro son grandes conocedores, casi enciclopedias vivientes, de ambos mundos). Personajes que habían caído en el más triste de los olvidos por no haberse adaptado bien a los nuevos tiempos, vuelven de la mano de este guionista con renovadas energías. Aquí un pequeño avance: Sandman, el original (¡sip, sigue vivo!).
De todas formas tampoco os voy a engañar. Me encanta esta serie, pero reconozco que Robinson tiene algún que otro fallo. En mi opinión, funciona mejor en las distancias cortas que en las largas. Me explico. Robinson acostumbra a introducir muchísimas ideas acerca de cosas que pasarán más adelante en la serie. Además son ideas estupendas, geniales. Hasta aquí bien. El problema viene cuando, por la razón que sea (quizás es que va perdiendo interés en las mismas a medida que pasa el tiempo) cuando llegamos a ese gran momento que todos estábamos esperando desde hacía diez o veinte números (o más), el resultado no satisface las espectativas creadas. Incluso, ocasionalmente, ideas apuntadas en un principio y que esperamos volvernos a encontrar con posterioridad, de alguna forma, se quedan simplemente en nada, humo y poco más. Es como decir, "¡Hóstia qué buenas aquellas dos viñetas donde se apuntaba aquella historia en el número X! ¡Lástima que nunca más retomara esa idea!". Y claro, estas cosas pasan especialmente en sagas de largo recorrido que cuidado!, a veces sí que cumplen con el lector. Sin embargo debo reconocer que es en sus historias cortas, a veces de sólo un número, donde Robinson obtiene los mejores resultados. Además no se corta en saltar espacial y temporalmente, nos introduce personajes interesantísimos (a quien le gusten los piratas está de enhorabuena), buf, no sé... Otra cosa que también debiera deciros es que a la serie se la aprecia mejor con un poco de perspectiva, así que ya sabéis, un poco de paciencia, que vale la pena.
Joder, tanto soltar sobre el Robinson y me he dejado al bueno de Tony Harris ahí, olvidao, el pobre. Co-creador de este nuevo Starman junto a Robinson, se le debe reconocer el mérito de haber plasmado gráficamente y a las mil maravillas un personaje icónico y de gran atractivo. Y su etapa en la serie es sin duda para recrearse una y otra vez en sus viñetas. Sí, se fue, pero la serie contaría con valores artísticos que cumplieron decentemente en líneas generales (aunque alguno metiera la pata, qué se le va a hacer, pasa hasta en las mejores familias, y si no que se lo digan a Grant Morrison).
En fin, que estamos de enhorabuena ahora que Dolmen va a sacar la continuación de aquella saga publicada por Zinco (es más, deberíais verla en la librería que os toque entre esta semana y la que viene). Y mi más sincero consejo: si os gustan los superhéroes no os la podéis perder. Así de simple.
Pero bueno...hay momentos que hacen que un hermano, un hijo, un hombre se decida a aceptar algunas responsabilidades. Entonces, nos vestimos de forma molona (no hay lugar para pijamas ni calzoncillos por fuera), pillamos nuestros respectivos cetros de poder cósmico y salimos a la calle a ajustarles las cuentas a los chicos malos. ¿No os pasa?
Vale, puede que hayáis leído esto en algún otro sitio, lo acepto, no es excesivamente original, lo reconozco, pero es que, como antes, la cosa no se queda ahí. Para nada.
Jack se acaba convirtiendo en un HÉROE. Sip, así, con mayúsculas. Un héroe de verdad.
No sé si me explico: ¿Os acordáis de vuestro primer cómic de superhéroes? ¿Cuando abrísteis de forma desmesurada la boca la primera vez que vísteis la figura recortada de Batman contra la luz proyectada por la bat-señal? O fuera del cómic...¿no flipásteis con los primeros diez minutos del Arca Perdida? ¿No hubiérais deseado por aquel entonces dedicaros a la arqueología (sí, a esa de ficción que afortunadamente nada tiene que ver con la real)?
Pero claro, es fácil hablar de héroes me diréis. Pero releed el párrafo anterior: Jack se convierte en uno de ellos. Al empezar la serie es un tipo corriente, uno más del montón, alguien con el que hasta pudiéramos identificarnos. Y aquí entraría en juego otro elemento básico en la serie: el tiempo, su discurrir. Todo pasa enmarcado dentro de una corriente temporal que contribuye a la trama dándole sentido. Todo pasa porque antes ha pasado otra cosa. Existen causas y consecuencias. Es el tiempo y la experiencia quienes convierten a Jack en lo que acaba siendo. Como en la vida real, vamos.
¡Pero aún hay más! En efecto, no sólo estamos hablando de la conversión de un tipejo como tú o como yo en un héroe, en uno de los de verdad (y es que Robinson sabe perfectamente cuáles son los rasgos que lo definen), sino que también asistimos a su desarrollo como persona. Jack habrá de enfrentarse a los problemas, eventos y circunstancias varias con los que todos nos topamos en un momento u otro de nuestras vidas. Grandes temas como el amor, la muerte, la madurez, etc se toparán con Jack al girar una esquina, y tras ese encuentro Jack no volverá a ser el mismo. Y claro, con todo esto encima de la mesa lo lógico es que sintonizemos con este Starman con el que compartimos tanto, y de ahí a que nos emocionemos o nos preocupemos o-lo-que-sea cuando a Jack le pase una cosa u otra (porque hay que reconocer que putadas le pasan unas cuantas) sólo haya un paso...(Joder, estoy recordando ahora que hay momentos en que parece que te estás leyendo un culebrón en toda regla).
Pero este cómic no sólo habla de Jack Knight, no...¿qué os habíais pensado? Para nah. Jah. Robinson crea o recupera todo un más que variopinto elenco de estupendos personajes secundarios que llegan, por momentos, a robarle el protagonismo al bueno de Jack. Desde el tenebroso Shade, pasando por toda una saga familiar de policías irlandeses, hasta llegar a otras encarnaciones que a lo largo del espacio y del tiempo han detentado el emblema de Starman. Grandes personajes muchos de ellos, definidos poco a poco, a medida que avanza la serie, y que, nuevamente, llegan a ganarse nuestra simpatía y complicidad (a mí hasta me pasó con uno de los villanos, la némesis por excelencia de Jack...pero no, no voy a deciros su nombre...es más divertido que lo descubráis vosotros mismos).
Y respecto a la recuperación de personajes antiguos, Robinson demuestra que sabe lo que se hace, recordándonos un poco la labor de Kurt Busiek en otro universo, el Marvel (y es que tanto el uno como el otro son grandes conocedores, casi enciclopedias vivientes, de ambos mundos). Personajes que habían caído en el más triste de los olvidos por no haberse adaptado bien a los nuevos tiempos, vuelven de la mano de este guionista con renovadas energías. Aquí un pequeño avance: Sandman, el original (¡sip, sigue vivo!).
De todas formas tampoco os voy a engañar. Me encanta esta serie, pero reconozco que Robinson tiene algún que otro fallo. En mi opinión, funciona mejor en las distancias cortas que en las largas. Me explico. Robinson acostumbra a introducir muchísimas ideas acerca de cosas que pasarán más adelante en la serie. Además son ideas estupendas, geniales. Hasta aquí bien. El problema viene cuando, por la razón que sea (quizás es que va perdiendo interés en las mismas a medida que pasa el tiempo) cuando llegamos a ese gran momento que todos estábamos esperando desde hacía diez o veinte números (o más), el resultado no satisface las espectativas creadas. Incluso, ocasionalmente, ideas apuntadas en un principio y que esperamos volvernos a encontrar con posterioridad, de alguna forma, se quedan simplemente en nada, humo y poco más. Es como decir, "¡Hóstia qué buenas aquellas dos viñetas donde se apuntaba aquella historia en el número X! ¡Lástima que nunca más retomara esa idea!". Y claro, estas cosas pasan especialmente en sagas de largo recorrido que cuidado!, a veces sí que cumplen con el lector. Sin embargo debo reconocer que es en sus historias cortas, a veces de sólo un número, donde Robinson obtiene los mejores resultados. Además no se corta en saltar espacial y temporalmente, nos introduce personajes interesantísimos (a quien le gusten los piratas está de enhorabuena), buf, no sé... Otra cosa que también debiera deciros es que a la serie se la aprecia mejor con un poco de perspectiva, así que ya sabéis, un poco de paciencia, que vale la pena.
Joder, tanto soltar sobre el Robinson y me he dejado al bueno de Tony Harris ahí, olvidao, el pobre. Co-creador de este nuevo Starman junto a Robinson, se le debe reconocer el mérito de haber plasmado gráficamente y a las mil maravillas un personaje icónico y de gran atractivo. Y su etapa en la serie es sin duda para recrearse una y otra vez en sus viñetas. Sí, se fue, pero la serie contaría con valores artísticos que cumplieron decentemente en líneas generales (aunque alguno metiera la pata, qué se le va a hacer, pasa hasta en las mejores familias, y si no que se lo digan a Grant Morrison).
En fin, que estamos de enhorabuena ahora que Dolmen va a sacar la continuación de aquella saga publicada por Zinco (es más, deberíais verla en la librería que os toque entre esta semana y la que viene). Y mi más sincero consejo: si os gustan los superhéroes no os la podéis perder. Así de simple.
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