jueves, abril 30, 2009

Orquídea Negra de Neil Gaiman y Dave McKean

Escrita siguiendo la moda de revitalizar personajes desconocidos del pasado de la DC (inaugurada a raíz del éxito del Swamp Thing de Moore), Orquídea Negra resulta un producto aparentemente maduro, bonito e intelectual que un mínimo análisis coloca en una posición no tan ventajosa desde el punto de vista del mero entretenimiento.

La historia se desarrolla de forma morosa y paulatina (una de las constantes de muchos trabajos de Gaiman), sin altercados, con un ritmo que, aunque lento, se nos antoja constante. Ello, por otra parte algo nada fácil de conseguir, es uno de los principales handicaps de la obra, ya que esa forma de desarrollar una arquetípica trama de persecuciones, asesinatos e investigación es realmente anticlimática y, según cuáles sean tus gustos, aburrida. El poco hincapié que se hace en los sucesos importantes los desdibuja y los pone a la altura de cualquier detalle sin importancia de la trama, amen de que la poca sangre, y carisma, de los protagonistas no invita a preocuparse mucho por su destino y, ay, por el desarrollo del resto del cómic. Gaiman (no) aborda de la misma manera todos los planteamientos ecológicos y digamos profundos que están presentes en la historia: enunciándolos, a veces de forma burda, y sin profundizar en ellos, contribuyendo a que el interés de la historia se diluya aún más y justificando que el último ejemplar se cierre con un sonoro ¿y qué? por parte del lector.

El estilo fotográfico de McKean contribuye a ese alejamiento del lector ya que aunque todo el mundo parece real, en realidad, lo que parecen son perfectos desconocidos reales (por no hablar de lo tediosos que llegan a ser esos constantes planos medios de la misma gente).

Pese a ello la historia está bien escrita, perfectamente estructurada (casi a la manera de un guión cinematográfico, con un abundante uso del raccord visual para enlazar escenas) y su desarrollo lento y paulatino está bien conseguido (a pesar de no ser en absoluto adecuado para la historia que se nos cuenta). El apartado gráfico es brillante, aunque el último número se nota hecho con prisas.

Un cómic algo ñoño, suave, aburrido, sin garra.