miércoles, diciembre 07, 2005

Jóvenes Titanes, DC New Frontier, Supermán, Monsieur Jean y mucho más

Cromwell Stone 1 (Andreas, Planeta): Historia que captura a la perfección el espíritu de los Mitos que popularizó Lovecraft, aunque falla en lo referido a coherencia interna de la trama. Así, no es de extrañar que algunos aspectos se queden sin explicar, que algunos cabos queden sueltos y que no nos convenzan según qué cosas. Pero a pesar de ello, el tebeo no sólo se deja leer bien sino que nos engancha de principio a fin.
Por lo que respecta al apartado gráfico, destacar lo acertado del estilo elegido a la hora de expresar ese ambiente que oscila entre lo onírico y lo enfermizo que caracteriza los Mitos. Un estilo barroco, que utiliza una compartimentación de página a base de viñetas estrechas y uso de planos poco frecuentes que, desafortunadamente, a veces actúan en deprimento de la comprensión de lo narrado.
A la tercera va la vencida (De Filippis, Weir, Hurtt; Planeta): Historia de serie negra elegida por los señores de Planeta para inaugurar, junto con dos títulos más, una serie dedicada a este género. Y la verdad es que el caso que tratamos es curioso, porque no acaba de encuadrarse del todo en dicho género.
De Filippis y Weir nos presentan una historia centrada en denunciar lo injusto de un sistema legislativo/penal como es el californiano, y cómo ese sistema puede echar a perder a una persona. Una historia nutrida de personajes reales y por tanto creíbles, y que oscila entre dos protagonistas definidos por elecciones de su pasado que les pusieron en una situación difícil que sirve de punto de partida a la acción narrada en el cómic. Y es que en el elenco de personajes y en su caracterización se encuentra uno de los puntos fuertes de esta obra. Asimismo, destacar lo fluído de la narración, poseedora de un ritmo
in crescendo que se acaba precipitando en un final inolvidable si bien predecible hasta cierto punto.
Y destacar el dibujo, de Hurtt, del que hemos podido disfrutar recientemente su
Queen & Country, y que aquí cumple a la perfección con su tarea.
Altamente recomendable, sobre todo para los que vivimos entre los algodones propios de una sociedad como la nuestra en el preludio de tan festivas fechas como las que están por llegar.
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Jóvenes Titanes 1 (Geoff Johns, Mike McKone; Planeta): Prometedor inicio de esta nueva serie que promete acometer con frescura unas personajes conocidos por todos. Veremos cómo continúa la cosa... Me quedo con las ganas de leerme el segundo número.
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Los libros de la magia: Vida en tiempos de guerra (Si Spencer, Dean Ormston; Planeta): Aplauso para Planeta por publicar esta serie de Los libros de la magia con un Tim Hunter crecidito que ya no tiene que recurrir a sus cuatro amigos y el gordo para darse placer y que realiza escarceos con drogas. Y digo aplauso porque la serie madre, cuyos guiones firmó Rieber y que apareció después de la miniserie original parida por Gaiman, resta todavía inédita en nuestro país casi en su práctica totalidad. De ahí que leer este Vida en tiempos de guerra se convierta en una toda una aventura de lo más confusa... lo suficiente para que cualquier profano se mantenga suficientemente alejado y que los mínimamente versados se lo piensen más de una vez antes de abordar el cómic. Por lo demás, Ormston al dibujo no es, ni mucho menos, un aliciente. Por mucho que Quitely ilustre las portadas.
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DC New Frontier 1 (Darwyn Cooke, Dave Steward; Planeta): Los héroes clásicos de la Edad de Oro se entremezclan con los nuevos héroes que acabarían constituyendo la Edad de Plata, en el marco de la Guerra Fría. ¿Cómo llamamos a esto? ¿Crossover? ¿Obra coral?
Lo cierto es que DC New Frontier está imbuída de esa sensación mágica de fascinación que sólo los superhéroes son capaces de sembrar en el más común de los mortales. Y quizás esto ya haga que valga la pena el cómic que tenemos entre manos.
Eso y asistir al nacimiento de la nueva hornada superheroica. O al menos esto es lo que se me ocurrió cuando un niño Hal Jordan le pide a un veterano de la segunda guerra que le dedique una maqueta de un jet, bajo un cielo estrellado. ¿Qué queréis? En esa escena está reunido lo mejor de lo que nos puede ofrecer este cómic. Pero como esta escena encontraremos varias a lo largo de nuestra lectura.
¿Y qué decir de ver reunidos a tantos personajes importantes del universo DC en una misma sala de fiestas? Vale que se juega con la complicidad del lector al presentarnos a éste o a aquélla, pero lo cierto es que la caracterización está bastante bien conseguida con tan sólo unos trazos.
Todo ello se complementa a la perfección con la descripción de la época y su contexto político, social, económico y cultural, de cuyo conocimiento se adquiere una lectura más completa de la obra.
El único
pero que mencionaría es el objetivo de la acción. Existe una trama de fondo constituída por una amenaza velada hacia la que supuestamente gira todo, pero avanza muy lentamente, demasiado quizás.
Por lo demás el cómic cuenta con el atractivo dibujo de Cooke, al que ya seguimos la pista desde su
Catwoman. Un estilo de dibujo limpio, con un diseño de página que invita a la lectura.
Recomendable para cualquier fan de superhéroes, y rozando lo imprencindible en el caso concreto de que seas un fan de DC.
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Superman: Fin de siglo (Stuart Immonen, Jose Marzán Jr; Planeta): Immonen dibuja de puta madre, tanto que ante lo aburrida que es la historia acabas pasando página tras otra deleitándote con los dibujillos. Poco más puede decirse para una historia autoconclusiva del supermedianía (con permiso de Jan y su SuperLópez) que todos aburrimos.
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Monsieur Jean: La teoría de los solteros (Dupuy, Berberian; Bang Ediciones): Varias historias autoconclusivas situadas cronológicamente entre el tercer y cuarto tomos publicados por Norma. Sin embargo, no es necesario haberse leído nada del personaje para poder disfrutar plenamente este tomo que tenemos entre manos. Historias cotidianas centradas en las relaciones de pareja y en las neuras particulares de su protagonista y sus amigos, contadas de forma amena y efectiva, desde la perspectiva de un sagaz observador de la naturaleza humana, y dotadas de mucho humor. Del inteligente y del bueno.
Lo mejor: intentar encontrarle el uso
sessuá a una tostadora.
Recomendable pa to quisqui que quiera reirse un rato.

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