-Conspiradores (Antonio del Castillo, Álvaro Muñoz; Siurell): Cómic encuadrado dentro del género superheroico realizado por autores españoles que ofrece una trama endeble, deficiencias argumentales evidentes y un reparto protagonista tan típico que, todo reunido, da la impresión de capricho imaginativo adolescente, lo que nos remite directamente al guionista, un desconocido Antonio del Castillo que hace equipo con el dibujante Álvaro Muñoz, artista que había dibujado historias en el Kiss Comix con anterioridad y que no sólo cumple sino que sorprende por el cambio de temática que ha debido abordar en este trabajo.
La edición es impecable salvo la reproducción de unas viñetas donde se advierte el trabajo de entintado original. Ante lo cual uno no puede más que extrañarse...¿cómo llegó un argumento como el presentado por esta obra a editarse y además de esta forma por Siurell?
En definitiva, Conspiradores parece un mero capricho editorial, sensación que me parece respaldada por el hecho de que nos encontramos ante un cómic anunciado como one-shot en principio y del que dudo que veamos algo más publicado, lo cual es, posiblemente, lo mejor que puede ofrecer el tebeo.
-CVO, el artefacto (Jeff Mariotte, Gabriel Hernández; Recerca): Tomo que sirve para presentar la serie americana publicada por IDW, creada por Alex Garner (recordemos su parte de responsabilidad en Danger Girl); al dibujo en este volumen, Gabriel Hernández. El cómic tiene por protagonistas a un trío de vampiros que forman parte de un equipo gubernamental de élite encargado de llevar a cabo operaciones encubiertas. Vamos, una idea que de original tiene bien poco y que, sorprendentemente, se concreta en un cómic aburrido en líneas generales. Y es que los personajes abocetados, la ambientación esbozada, y unas historias que se mueven entre la sencillez y la previsibilidad no dan para enganchar al lector. Al menos en mi caso.
Si alguien se lo ha acabado de leer y le ha molao, que me lo cuente.
-Elya. Las brumas de Asceltis 1: La ciudadela oslana (Jarry, Istin, Brants; Rossell): Prometedor planteamiento inicial que desafortunadamente acaba cayendo en los convencionalismos típicos del mainstream fantástico de fácil consumo dentro del cual podríamos situar la obra de novelistas como Margaret Weis y demás continuadores de baja estofa. Pero aún dentro de lo convencional, encontramos elementos que hacen que el tebeo cojee un poco. Al respecto, especialmente la composición de la compañía protagonista. Si bien se nos ofrece el origen de cada uno de sus integrantes, en cambio no se les dedica la misma atención a cada uno lo que lleva a que algunos personajes actúen de simples comparsas para el resto. Y cuando el que parece uno de los protagonistas actúa ocasionalmente de forma poco creíble...
Pero salvando estas observaciones, el tebeo resulta más o menos entretenido, y gráficamente la obra cumple, si bien en ocasiones la fragmentación de página en innumerables viñetas hace un poco engorrosa la lectura.
Un cómic de fantasía más, del montón, para amantes del género.
-El circo del desaliento (David Rubín; Astiberri): Recopilación de historias de extensión variable que giran en torno a unos mismos temas que, al parecer, son representativos de este autor. Y digo al parecer porque reconozco que no le conocía hasta haberme leído este cómic. Y ya de paso debo reconocer que el descubrimiento ha sido grato.
Las historias que nos cuenta Rubín cuentan con la extraordinaria capacidad de decirnos algo. Porque me resulta difícil leer alguna de las historias que contiene este tomo y quedarme tal cual. Y desconfiaría de quien me dijese lo contrario. Porque leer a Rubín es empaparse de tristeza, alegría, rabia y tantas otras emociones que inundan sus páginas.
Gran parte de responsabilidad en ello recae en sus personajes, perfectamente caracterizados y tan próximos que la identificación resulta prácticamente inevitable. Ellos son el vehículo, la voz para que Rubín nos haga llegar su persona y su estado de ánimo.
Si bien se trata de una recopilación de historias, está presente una simbología que aúna y da coherencia a la obra, al tiempo que constata la existencia de un universo unitario que no es otro que el del autor. Al respecto, destacar el elemento superheroico más clásico que Rubín utiliza de forma muy personal, ofreciéndonos una visión cuanto menos interesante acerca de la figura del héroe.
A nivel gráfico destacar la expresividad del trazo de Rubín. Sencillo, anguloso, tremendamente efectivo, que se complementa con un exhaustivo conocimiento de la narración.
Para rematar, la edición de Astiberri está muy bien cuidada, como generalmente nos tiene acostumbrados, incluyéndose una introducción a cargo de Miguelanxo Prado y un epílogo de Carlos Portela que ayudan al lector a completar su visión acerca de la obra de Rubín.
Recomendable sin lugar a dudas.
-Alim el curtidor 1: El secreto de las aguas (Lupano, Augustin, Penloup; Norma): Con este cómic me pasó algo curioso ya desde el primer momento en que empecé a leerlo. ¡Me parecía estar viendo una peli de animación! Y es que lo primero que llama la atención de este volumen es su apartado gráfico. Trazo y color se combinan a la hora de recrear un mundo de fantasía realmente atractivo. Nadie lo diría por la sobriedad de la portada.
¿El argumento? Un curtidor, un miembro de los sin casta, el elemento más bajo de la sociedad, encargado de tratar los cuerpos de las sirenas asesinas (cruce fantástico entre una ballena y un tiburón) que quedan varadas en la playa, descubre un día un secreto que amenaza con destruir los puntales que cimientan el entramado ideológico bajo el que descansa la sociedad teocrática en la que vive.
Lectura no sólo interesante por cuantos paralelismos podríamos establecer con sociedades de nuestro tiempo, sino divertida e inteligente, gracias a un elenco protagonista que no tarda en ganarse nuestra simpatía y que se caracteriza por su humanidad.
Y si de poner contras se trata, tan sólo mencionar que se aprecian restos de los lápices originales en algunas viñetas, algo que canta bastante si se considera el aspecto general de la obra, muy cuidado.
Vamos, otro cómic para recomendar a la peña. ¿Que te gusta la fantasía? ¿Las aventuras? ¿Te consideras alguien irreverente o crítico con el sistema? Entonces seguro que disfrutáis con este cómic.
-La chica perdida (Nabiel Kanan; Dibbuks): Días de verano. Vacaciones para Beth, una adolescente que se ha embarcado en un viaje junto a su familia. Días en los que conoce a una misteriosa chica, un espíritu libre que representa todo lo que Beth querría ser.
Así comienza esta obra, que acaba configurándose como un conseguido retrato de la adolescencia , sus anhelos de libertad e independencia y su definición como tránsito a la vida adulta, todo un periplo plagado de continuos descubrimientos.
Todo narrado de forma extraordinaria con un estilo de dibujo simple pero atractivo y efectivo.
Lástima que una portada como la que tiene no mueva a la gente a sacarlo de la estantería.
La edición es impecable salvo la reproducción de unas viñetas donde se advierte el trabajo de entintado original. Ante lo cual uno no puede más que extrañarse...¿cómo llegó un argumento como el presentado por esta obra a editarse y además de esta forma por Siurell?
En definitiva, Conspiradores parece un mero capricho editorial, sensación que me parece respaldada por el hecho de que nos encontramos ante un cómic anunciado como one-shot en principio y del que dudo que veamos algo más publicado, lo cual es, posiblemente, lo mejor que puede ofrecer el tebeo.
-CVO, el artefacto (Jeff Mariotte, Gabriel Hernández; Recerca): Tomo que sirve para presentar la serie americana publicada por IDW, creada por Alex Garner (recordemos su parte de responsabilidad en Danger Girl); al dibujo en este volumen, Gabriel Hernández. El cómic tiene por protagonistas a un trío de vampiros que forman parte de un equipo gubernamental de élite encargado de llevar a cabo operaciones encubiertas. Vamos, una idea que de original tiene bien poco y que, sorprendentemente, se concreta en un cómic aburrido en líneas generales. Y es que los personajes abocetados, la ambientación esbozada, y unas historias que se mueven entre la sencillez y la previsibilidad no dan para enganchar al lector. Al menos en mi caso.
Si alguien se lo ha acabado de leer y le ha molao, que me lo cuente.
-Elya. Las brumas de Asceltis 1: La ciudadela oslana (Jarry, Istin, Brants; Rossell): Prometedor planteamiento inicial que desafortunadamente acaba cayendo en los convencionalismos típicos del mainstream fantástico de fácil consumo dentro del cual podríamos situar la obra de novelistas como Margaret Weis y demás continuadores de baja estofa. Pero aún dentro de lo convencional, encontramos elementos que hacen que el tebeo cojee un poco. Al respecto, especialmente la composición de la compañía protagonista. Si bien se nos ofrece el origen de cada uno de sus integrantes, en cambio no se les dedica la misma atención a cada uno lo que lleva a que algunos personajes actúen de simples comparsas para el resto. Y cuando el que parece uno de los protagonistas actúa ocasionalmente de forma poco creíble...
Pero salvando estas observaciones, el tebeo resulta más o menos entretenido, y gráficamente la obra cumple, si bien en ocasiones la fragmentación de página en innumerables viñetas hace un poco engorrosa la lectura.
Un cómic de fantasía más, del montón, para amantes del género.
-El circo del desaliento (David Rubín; Astiberri): Recopilación de historias de extensión variable que giran en torno a unos mismos temas que, al parecer, son representativos de este autor. Y digo al parecer porque reconozco que no le conocía hasta haberme leído este cómic. Y ya de paso debo reconocer que el descubrimiento ha sido grato.
Las historias que nos cuenta Rubín cuentan con la extraordinaria capacidad de decirnos algo. Porque me resulta difícil leer alguna de las historias que contiene este tomo y quedarme tal cual. Y desconfiaría de quien me dijese lo contrario. Porque leer a Rubín es empaparse de tristeza, alegría, rabia y tantas otras emociones que inundan sus páginas.
Gran parte de responsabilidad en ello recae en sus personajes, perfectamente caracterizados y tan próximos que la identificación resulta prácticamente inevitable. Ellos son el vehículo, la voz para que Rubín nos haga llegar su persona y su estado de ánimo.
Si bien se trata de una recopilación de historias, está presente una simbología que aúna y da coherencia a la obra, al tiempo que constata la existencia de un universo unitario que no es otro que el del autor. Al respecto, destacar el elemento superheroico más clásico que Rubín utiliza de forma muy personal, ofreciéndonos una visión cuanto menos interesante acerca de la figura del héroe.
A nivel gráfico destacar la expresividad del trazo de Rubín. Sencillo, anguloso, tremendamente efectivo, que se complementa con un exhaustivo conocimiento de la narración.
Para rematar, la edición de Astiberri está muy bien cuidada, como generalmente nos tiene acostumbrados, incluyéndose una introducción a cargo de Miguelanxo Prado y un epílogo de Carlos Portela que ayudan al lector a completar su visión acerca de la obra de Rubín.
Recomendable sin lugar a dudas.
-Alim el curtidor 1: El secreto de las aguas (Lupano, Augustin, Penloup; Norma): Con este cómic me pasó algo curioso ya desde el primer momento en que empecé a leerlo. ¡Me parecía estar viendo una peli de animación! Y es que lo primero que llama la atención de este volumen es su apartado gráfico. Trazo y color se combinan a la hora de recrear un mundo de fantasía realmente atractivo. Nadie lo diría por la sobriedad de la portada.
¿El argumento? Un curtidor, un miembro de los sin casta, el elemento más bajo de la sociedad, encargado de tratar los cuerpos de las sirenas asesinas (cruce fantástico entre una ballena y un tiburón) que quedan varadas en la playa, descubre un día un secreto que amenaza con destruir los puntales que cimientan el entramado ideológico bajo el que descansa la sociedad teocrática en la que vive.
Lectura no sólo interesante por cuantos paralelismos podríamos establecer con sociedades de nuestro tiempo, sino divertida e inteligente, gracias a un elenco protagonista que no tarda en ganarse nuestra simpatía y que se caracteriza por su humanidad.
Y si de poner contras se trata, tan sólo mencionar que se aprecian restos de los lápices originales en algunas viñetas, algo que canta bastante si se considera el aspecto general de la obra, muy cuidado.
Vamos, otro cómic para recomendar a la peña. ¿Que te gusta la fantasía? ¿Las aventuras? ¿Te consideras alguien irreverente o crítico con el sistema? Entonces seguro que disfrutáis con este cómic.
-La chica perdida (Nabiel Kanan; Dibbuks): Días de verano. Vacaciones para Beth, una adolescente que se ha embarcado en un viaje junto a su familia. Días en los que conoce a una misteriosa chica, un espíritu libre que representa todo lo que Beth querría ser.
Así comienza esta obra, que acaba configurándose como un conseguido retrato de la adolescencia , sus anhelos de libertad e independencia y su definición como tránsito a la vida adulta, todo un periplo plagado de continuos descubrimientos.
Todo narrado de forma extraordinaria con un estilo de dibujo simple pero atractivo y efectivo.
Lástima que una portada como la que tiene no mueva a la gente a sacarlo de la estantería.
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