viernes, julio 08, 2005

Favole

Favole 1: Lágrimas de piedra (Victoria Francés, Norma): Si no me hubiera molestado en leer las solapas del libro probablemente la lectura de este Lágrimas de piedra se hubiera quedado simplemente en una pérdida de tiempo y nada más. Sin embargo tenía que leérmelas. Y reinterpretando SW, pasas de la indiferencia a la indignación, y de aquí a la ira como sabéis apenas hay un solo paso. Yoda dixit. Bienvenidos al lado oscuro.
Y acabo preguntándome quién ha debido ocuparse de redactar las solapas en cuestión. Curiosidad que bien pudiera extenderse a todas las solapas de libros del mundo mundial. Pero centrémonos en el caso que nos ocupa.
Leo en la que va a ser controvertida solapa que en la obra de Victoria Francés son patentes las influencias de literatos como Goethe, Poe, Baudelaire o Bram Stoker. ¿Y dónde quedan patentes esas influencias? ¿Será en la artificiosidad y redundancia de su prosa? ¿En el uso poco acertado de adjetivos o verbos? Saltemos del estilo al contenido. ¿Será ese pálido reflejo de la melancolía extrema de un Werther
? ¿El que haya un vampiro como elemento común a las tres historias presentadas en el volumen? Vampiro que, todo sea dicho de paso, lo veo más en alguna de las novelitas de la Anne Rice que en el Drácula de Stoker. Ahora que seguir la pista de Poe y sobre todo de Baudelaire en este Favole ya se convierte en ardua cuando no imposible misión.
Además, ¿desde cuándo el sentir una predilección por unos determinados temas equivale a sentar una influencia directa de otro autor con gustos afines a los tuyos?
Ah, vale, igual es que esos autores están ahí porque en palabras de Victoria Francés sus dibujos beben de esa literatura gótica. ¿Goethe gótico? ¿Wilde gótico? ¿Baudelaire gótico? Vale, aceptemos barco. Que estos autores utilicen imágenes comúnmente asociadas a eso llamado "gótico" no pasa por situarlos, ni mucho menos dentro de esa corriente. ¿Y qué decir del uso prácticamente indistinto que hace Francés tanto de este concepto como del de romanticismo?
Pero dejando de lado toda controvertida clasificación que, además, no es el objeto de estas líneas, como tampoco lo es el ahondar en ese concepto gótico que tan devaluado parece estar últimamente hasta el extremo de cultivarse una especie de versión de salón, vacía, insustancial, que cuenta con el favor de un público que crece por momentos y que mucho sospecho ignora de dónde procede todo..como decía, paso a centrarme en este Lágrimas de piedra.
Tres historias centradas en el recuerdo que dejaron en un vampiro tres mujeres, sus amadas, sus caprichos. Tres historias ilustradas, a modo de cuento. Por descontado, con semejante premisa no esperéis encontrar originalidad alguna. Vale, de momento aceptemos el concepto y centrémonos en los contenidos. Ojalá no lo hubiéramos hecho, pues apenas hay contenido en cada una de las historias presentadas. Apenas acontece algo en el plano de la acción, limitándose a capturar una atmósfera o un estado emocional donde las carencias resultan obvias.
Descripciones donde prima un barroquismo gratuíto y torpe en cuanto a la utilización del lenguaje. Ocasionalmente raya el ridículo, y al respecto no se me ocurre otro ejemplo que el de una ilustración donde vemos unos lobos preciosos, cuya realidad la transforma el texto calificándolos de licántropos. ¿Licántropos? ¿Por qué? ¿A santo de qué deben ser licántropos, especialmente si no vuelven a aparecer en la acción quedándose su presencia en meramente testimonial? Y ya puestos, ¿tanto reivindicar esa huella que dejó Galicia en el alma de la autora y se nos deja en el tintero esa palabra, de gran musicalidad, como es lobisome? Pero ahí no se queda la cosa, no. Sorprende el uso muy poco apropiado de adjetivos y verbos, que resultan en expresiones que cantan nada más leerlas. Pero volvamos al contenido, que me voy por las ramas. Y es que, por otro lado, en cuanto a descripciones emocionales se cae en la reiteración de patrones simplistas donde la melancolía o la desdicha acaban por ser meros juegos de artificio que no hay quien se los crea.
¿Y qué decir de los recursos argumentales completamente gratuítos? Todavía me estoy preguntando qué demonios le picó a Poseidón para maldecir a la protagonista de una de las historias cuando ésta no le había hecho nada. Acto divino que Francés nos cuenta en una línea y se queda tan contenta. Para qué dar más explicaciones, no? ¿No son acaso las divinidades clásicas caprichosas por naturaleza?
Pero lo mejor de todo esto todavía está por venir. Sorprende la madurez de los textos en una ilustradora tan joven. Sip, frangmento de una de las preguntas que el entrevistador le hace a la autora. A ver, que creo haberlo leído mal. Err...pues no, no he leído mal, no. Cronometro mis carcajadas. Mmm, mala marca, apenas unos diez segundos. Esto es lo que pasa cuando la gente crece leyendo códigos Da Vinci y demás ralea.
Pero continuemos con ese plano gráfico que ha cautivado a hordas hunas que no dudan en rendirse a los pies de su alabada diosa oscura, prestos a realizar cualquier sacrificio, sin importar lo aberrante que sea (o las horas que lleve mantener el tipo en una inerminable cola del Saló de BCN por un dibujito y una cruz). Y es que por ahí me han contado gente versada en la materia que lo que la Francés hace no es otra cosa sino.. calcar. Vale, sé que la palabra puede resultar despectiva desde que vimos esa peli llamada Persiguiendo a Amy (Chasin' Amy para los culturetas de turno). ¿Me equivoco o no nos acordamos todos del calcador? Well, nada más lejos de mi intención. Estamos hablando de una técnica más de ilustración, usada por cuantos estudiantes pasan por Bellas Artes y utilizada como método habitual por artistas de la talla (y que conste que el uso de esta palabra no equivale a un aprecio especial por mi parte) de Alex Ross, Luis Royo u otros. Así de simple.
Francés nos ofrece bellas imágenes, sí, esto no lo pondré en duda. Sugerentes imágenes femeninas llenas de encanto, aunque su preeminente posición dentro de la composición no debería distraernos de los fondos, paisajes y arquitecturas donde se aprecia el punto débil de la autora.
Puedo parecer especialmente crítico, lo reconozco, y más teniendo en cuenta que estamos hablando de una autora española y muy joven. Pero las cosas como son. Creo que su figura se ha sobrevalorado de forma injusta, y no deja de parecerme que tanto el material que de ella ya está disponible en las librerías como la imagen que proyecta vienen a formar parte de una efectiva campaña de marketing dirigida a explotar el filón de oro descubierto con la popularización de "lo gótico", con todo lo negativo que este término pueda encerrar.
¿Mi recomendación? Well, cuesta 16 euros. Invertid esta cantidad en obras originales de las presuntas influencias literarias de Victoria Francés, y obtendréis más horas de entretenimiento provechoso que lo que puede proporcionaros este Lágrimas de piedra.

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