Hace unas semanas colgaba aquí una reseña de Spiderman a New Universe, a la que osé calificar como la mejor peli de Spiderman. Pues he aquí que llega a mis manos esta Homecoming y ya no sé qué pensar... ¡porque es otro peliculón en toda regla! Supongo que el aficionado a Marvel está de enhorabuena.
Nunca me he considerado un fan de la prestigiosa "casa de las ideas", si bien es cierto que desde adolescente he leído y disfrutado muchos de sus tebeos, y aun hoy en día los colecciono (material clásico, principalmente), pero creo que tengo cierto voto y, gracias a este blog en el que se me permite escribir, cierta voz que hacer valer, sobre el reflejo cinematográfico de todas esas historietas que durante décadas hemos consumido, y creo que no me arriesgo demasiado al decir que estamos ante un momento sumamente dulce para el fan del género. ¿Que por qué? Bueno, obviando el hecho de que cada año nos llueven varias pelis de superhéroes Marvel, diría que éstas han acabado por sacudirse esa pátina de presunta madurez que directamente las relacionaba con una parte sustancial de su público potencial, cuarentones sobre todo, que son después de todo quienes nos criamos, allá por los ochenta y los noventa, pasando páginas de un papel pulposo donde podíamos disfrutar las aventuras de nuestros superhéroes favoritos.
En efecto, las cosas cambian, y una nueva generación se está acercando a esos héroes por primera vez. Algunos de ellos son alumnos míos de primero de ESO, capaces de identificarse conmigo desde el primer día de clase, en el que puse sobre mi mesa mi estuche de los Vengadores. Y, a diferencia de nuestra generación, estos chicos y chicas consumen superhéroes desde la comodidad que ofrecen los productos mainstream. Olvidémonos de la marginalidad que implicaba la lectura de aquellos tebeos de tipos y tipas con superpoderes que se pegaban por la humanidad, ahora la chavalería discute la última peli de Marvel en el patio del colegio, como si tal cosa, siendo su principal preocupación no oír un spoiler. Algunos les llamarán "frikis", y hasta se burlen de ellos, otros aceptarán ese calificativo ya sea desde la marginalidad original implícita en el término, mientras que otros, finalmente, lo llevarán con orgullo, porque ahora ser friki también es ser guay. Y esto último es así porque es el mensaje que parte de los medios les hacen llegar, desde el poster promocional de lectura que pueden encontrarse colgado en el aula a ese personaje especial de su última peli favorita de superhéroes. Como esta Spiderman Homecoming.
Así es. Mary Jane Watson ya no es esa pelirroja despanpanante de la que nos enamoramos sin remedio al leer nuestro primer tebeo de Spiderman. Tampoco es Kirsten Dunst, de la primera hornada de pelis del personaje. Ahora es una friki (bueno, no se ha confirmado, pero podemos jugar con que esas MJ de su nombre bien pudieran identificar al amor de Peter). No sólo MJ es una friki, sino que mola mucho, todo sea dicho de paso. Como Peter. El propio Spiderman es otro friki más que alucina desde el minuto uno de la peli con formar parte de los Vengadores. Rediez, si hasta el mejor amigo de Peter es un fan de Star Wars (la sombra de la franquicia que empieza por D es muy alargada)!
Pero más allá de frikis, Spiderman Homecoming es una peli de un adolescente que debe lidiar no sólo con todos los cambios que la edad conlleva, sino con el hecho de que es un superhéroe y eso es algo que no puedes ir contando por ahí, sino que lo guardas como un secreto: La metáfora de perogrullo está servida. Sí, por supuesto que Tobey Maguire también era un adolescente en la primera película que disfrutamos del personaje hace ya...¡17 años! Pero no, a mí que no me vengan con cuentos. Aquella película respiraba tragedia y responsabilidad, aspectos que entroncaban directamente con la concepción clásica del personaje, acuñada por Stan Lee, y le conferían a la película cierta seriedad que se constituiría en tónica para aquellas primeras entregas del personaje, a pesar de las hilarantes escenas y diálogos que, como no podía ser de otra manera con Sam Raimi, Maguire nos regalaba de tanto en tanto.
Homecoming llega y se carga de un plumazo viejas concepciones. Es fresca, frenética, "colorida" y divertida. Spiderman no para de largar, hasta en medio de una pelea a vida o muerte. Y, por el otro lado, encaja a la perfección en el concepto clásico del personaje: Después de todo este Spiderman sigue siendo "su amistoso vecino", el de los tebeos, siempre preocupado por ayudar a la gente de su barrio. Nunca lo "viejo" pareció tan fresco y juvenil.
Pero Homecoming no sólo se queda en la wild bunch de Peter, sino que rescata a, posiblemente, uno de sus villanos más ridículos, el Buitre. Ahora bien, ¡qué villano! Ni más ni menos que un ex-Batman, Michael Keaton, que se come la pantalla nada más salir en su primera escena. Un villano de clase media (cuando en realidad debería ser media-baja) que se ha hecho a sí mismo, desde abajo, escupiéndole a la cara a los ricachones pomposos que controlan el sistema. Keaton, el Buitre, llevaría un chaleco amarillo si fuera francés. El suyo es, a diferencia del de papel, un villano creíble, humano, con el que puedes acabar simpatizando hasta cierto punto y que pondrá a Peter en serios problemas. Su historia refleja la realidad que conocemos, y eso, en un teb...perdón, película de superhéroes, tiene mucho mérito.
Spiderman Homecoming es una película que, a poco que os guste el género o el propio personaje, no deberíais perderos. En breve, será un referente para todo lo que pueda venir, creedme, como también lo será Un Nuevo Universo. Después de un periodo donde los grises ahogaron la figura del héroe, aquí éstos ayudan a caracterizar al villano, y el héroe, a su vez, vuelve a reflejar la virtud y la luz con las que fue revestido en su era dorada. Y qué queréis que os diga, en unos tiempos tan relativos, cínicos y desesperanzados como los que vivimos hoy en día, estos héroes se constituyen en más necesarios que nunca.