¿No estáis tan cansados como yo de soportar la definitiva última historia de tal o cual héroe? ¿Cansados de ver morir a todos sus amigos y familiares? ¿Cansados de verle en un entorno apocalíptico y/o alternativo en el que hasta él podría morir y, usualmente, muere? ¿Cansados de que los autores desaprovechen la oportunidad que les brinda esta premisa fuera de continuidad para explotar al máximo las características de esos personajes y devolverles la chispa que a menudo han perdido durante la explotación de sus aventuras a un ritmo mensual?
Todo aficionado que se precie ha vibrado con este subgénero dentro del cómic de superhéroes ya que en él se les enfrenta con su desafío definitivo y, por tanto, se multiplican las posibilidades de que actúen acorde a su auténtica y heróica personalidad, dando lugar a una, posiblemente, épica, emotiva e, incluso a veces, definitoria y definitiva historia. Sin embargo, tras los primeros Días del Futuro Pasado, Dark Knight, El Hombre que lo Tenía Todo y otras (pocas), la espontaneidad, alegría y emoción han ido esfumándose casi con la misma rapidez en que estas historias han devenido subgénero sujeto a todos los tópicos que han ido acumulándose con el tiempo y la sucesiva aparición de historias de futuros alternativos, Otros Mundos y Kingdom Come varios. Parece que, con el mero uso de esta premisa (brillante en su concepto, es cierto, y original, aunque ya cada vez menos), los autores de estas historias ya lo tienen todo hecho y se limitan a repetir el esquema una y otra vez. Como ejemplo tenemos, a vuela pluma, La Última Historia de los Vengadores, Kingdom Come y, aunque un tanto de refilón, este Distant Fires, pese a que cada mes se suele apuntar alguna más a la lista, ya sea vía What if…, Elseworlds o la nueva realidad alternativa vía lavado de cerebro que sus enemigos quieren imponerle a la LJA mes sí, mes también en su serie regular (en un número Batman incluso propone que deberían pensar una defensa contra este tipo de ataques porque ya van…).
Así, se nos suele presentar un futuro más o menos lejano en el que algo grave ha sucedido (algo que normalmente va asociado a la muerte de muchos superhéroes) y que ha obligado a los héroes a replantearse su papel. Sin embargo, surge una amenaza que hace que los personajes, poco a poco, vuelvan a salir de debajo de su orgullo herido al tiempo que se nos informa con mayor detalle de qué fue lo que pasó realmente para que tiraran la toalla. Al final, ganan al malo, el héroe que no las tiene todas consigo vence sus miedos y participa en el combate y los héroes reasumen su posición en el statu quo, pese a lo sufrido y a las nuevas bajas que la contienda ha generado. Y, habitualmente, hay chiste final y muchos guiños estúpidos a los lectores que están algo puestos en materia superheroica.
Este Distant Fires se apunta a la tendencia presentándonos la Tierra tras el Holocausto nuclear. Un Superman sin poderes vaga por ella replanteándose su cordura hasta hallar una comunidad de supervivientes compuesta por antiguos aliados que también han perdido sus habilidades especiales (y el Joker su locura). A partir de aquí la cosa se pone, no sé, un poco Kingdom Come y el Capitán Marvel, dolido por que Wonder Woman ha preferido al kriptoniano en lugar de a él, se monta una comuna alternativa con los partidarios de exterminar a la humanidad para que ésta no vuelva a cagarla y acaba provocando el fin del mundo tras la consabida batalla entre los dos bandos. El chiste final: Superman envía a su hijo (y de Diana) al espacio, tal y como hicieron sus padres con él, rememorando la destrucción de Krypton. El guiño: lo hace en una nave espacial que fabrica con el anillo de poder de Linterna Verde (que se han encontrado porque sí en el transcurso de la historia).
¿Que con este argumento se podría conseguir una historia épica, vibrante y emotiva como hemos dicho? Sí, pero lamentablemente en las 64 páginas que ocupa no se va más allá de lo dicho. El argumento lo resume todo. Eso es todo lo que pasa y poco más es lo que el lector que aborde la lectura del cómic se encontrará a nivel de guión. Ni tan siquiera el desarrollo es interesante, ni las escenas son trepidantes, ni hay emoción, ni humor. El tono en general es bastante apagado. El apartado gráfico es otra cosa: Kane y Knowlan, con eso todo está dicho. Lástima que Chaykin no se aprovechara de ellos y les diera tan poca cosa que contar[1]. Y eso por no hablar de la premisa argumental en que se sustenta la historia: los supervivientes han perdido sus poderes como efecto del Holocausto (¿) y el Joker su locura (¿). Como efecto de las invocaciones del Capitán Marvel para recuperar su poder y vengarse de Superman todos empiezan a recobrar el suyo (¿) y la Tierra, aún resentida por el Holocausto, empieza a partirse como una cáscara de nuez (¿)[2].
En pocas palabras, una historia un poco vista, en demasiadas páginas y sin demasiada gracia.
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[1] Aunque la otra opción es que Howard les proporcionara un argumento al estilo Marvel y luego dialogara las páginas que le entregaron, cosa que, conociendo la obra de Chaykin, parece más probable y disculparía algo su parte de culpa en esta historia.
[2] Todo ello tal vez se deba, si la teoría de la anterior nota es correcta, a los esfuerzos de Chaykin por dar una mínima explicación (sic) a la forma en que Kane y Knowlan escogieron para contar la historia en imágenes, coherente con ella misma, pero tal vez no desde un punto de vista lógico.
tsk tsk.. ¿para cuándo una reseña positiva? ;)
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