jueves, abril 30, 2009

JLA Titanes de Devin Grayson y Phil Jiménez

Hay momentos durante la lectura de The Technis Imperative en los que uno no sabe si está leyendo un Who’s Who de los Titanes, un libro de referencia de su juego de rol detallando sus bases de operaciones y lugares comunes de la colección o un parco remedo de Crisis en Tierras Infinitas.

Grayson y, especialmente Jiménez, con un estilo más que deudor del de George Pérez, se dejan llevar por su adoración por el grupo y por su interés en convertir la miniserie en un vademécum para (¿los profesionales que trabajen en?) el futuro título mensual de los Titanes. Estos loables objetivos se traducen en la virtual aparición en escena de TODOS aquellos que alguna vez fueron Titanes y sus respectivas fichas en medio de la historia. Así, el escueto argumento se hincha en exceso y se ve lastrado por la cantidad de personajes que, en su mayor parte, apenas tienen una línea de diálogo y escenas que serían igualmente efectivas desarrolladas en un par de páginas se extienden durante casi veinte, agotando la paciencia y diluyendo el interés del lector. Esto conlleva problemas de ritmo y minimiza el impacto de los puntos de interés dramático que se pierden entre tanta página innecesaria (todas, por cierto, con casi quince mil viñetas, tanto si son escenas de pelea, como si en ellas se produce alguna revelación pretendidamente sorprendente).

Teniendo esto en cuenta, lo cierto es que estas ciento y pico páginas de conflicto continuo, tanto físico como emocional, no me parecerían tan insípidas si por lo menos la acción estuviera bien llevada, pero Grayson y Jiménez juegan a la JLA de Grant Morrison, dividiendo a los grupos por todo el mundo y manteniéndolos en contacto telepático, y se estrellan estrepitosamente, copiando sólo la forma y no la adrenalina, ofreciendo unas Crisis a nivel reducido en las que todas las situaciones se resuelven con incesante verborrea y de forma burocrática y plana. Si ambos hubieran conocido de algo llamado síntesis, a lo mejor en esta historia hubiera cabido la palabra emoción.

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