Existen algunas obras maestras del comic de superhéroes que no sólo no deberían faltar en las estanterías de cualquier aficionado al género sino que debieran estar disponibles siempre en cualquier librería especializada con el fin de que cualquier neófito del medio y/o del género pudiera tener acceso a ellas. “Watchmen”, “Born Again”, “Batman Año Uno”, “La Saga de Fénix Oscura” son algunas, no sólo por lo que esas historias significaron dentro de la mitología de los personajes que las protagonizaron sino como exponentes inteligentes del medio, y por su solvencia como historias redondas y que perduran.
Perdónenme los puristas pero yo tengo en mi corazoncito de aficionado una historia que si no puede ser considerada una obra maestra, sí creo que es un verdadero clásico que incluso ha ganado con el tiempo. Es la novela gráfica de 1986 titulada “Emperador Muerte”. El escritor fue David Michelinie, el dibujante Bob Hall. La edición española de Forum no acredita el colorista. En España nos llegó de la mano de Planeta en el especial Navidad de 1987 de la colección Marvel Heroes.
En esta historia, el Dr Muerte secuestra a Zebediah Kilgrave, más conocido como “Hombre Púrpura”, ese ridículo villano al que Bendis supo sacar un gran partido en las páginas de “Alias”, cuyo poder es manipular la voluntad de todo ser vivo que se le acerque, y lo utiliza para crear una máquina que le permita a nivel global manipular las mentes de los seres humanos y convertirse en Emperador del planeta Tierra. Un momento inolvidable de la historia tiene lugar al principio, cuando Kilgrave reducido y atado increpa a Muerte su cobardía al protegerse tras su máscara de los efectos de su poder. Acto seguido Muerte obliga a todos sus científicos y soldados abandonar la sala, se encara ante el Hombre Púrpura sin máscara: “Ahora soy vulnerable”. “Libérame. ¡Suicídate!” Muerte impasible. “Es imposible. Nadie tiene tanta voluntad.” “Bien, Zebediah Kilgrave ¿Quién merece reinar?” Un gran momento Marvel.
Una vez conseguido su objetivo, previa manipulación a Namor y de la utilización de unos dispositivos que le permiten neutralizar a ciertos superhéroes androides como el Hombre Máquina y La Visión, Muerte convierte el planeta en una utopía. Las naciones del primer mundo se desarman nuclearmente, y los países subdesarrollados reciben no sólo las ayudas necesarias para terminar con sus problemas como el hambre y las guerras, sino capacidad para desarrollar sus propias materias primas. En treinta días, el “buen” Doctor consigue lo que los seres humanos no conseguirán nunca: paz mundial, prosperidad y bienestar absolutos. La sombra del final de Miracleman alcanzaba al Universo Marvel. El resultado es un Muerte que se siente decepcionado, ha llegado a su máxima aspiración, gobernar el mundo y que todas las naciones y héroes (tremendos Hulk y Power Man como guardias de seguridad de la Casa Blanca donde reside) se le sometan y ya no haya ningún reto ante él. Por fin, tiene el mundo en sus manos. Dicen que Alejandro Magno lloró cuando hubo conquistado el mundo porque ya no había nada por conquistar.
Con quien no contaba Muerte en sus planes es con la “variable” de Wonder Man, que llevaba hibernado treinta días como parte de un experimento de Tony Stark, en ese momento miembro de los Vengadores Costa Oeste. El bueno de Simon se despierta feliz de la vida, pero flipa cuando descubre al Capi America y a la Avispa supervisando y decorando la Mansión de los Vengadores porque el Emperador ha escogido el lugar como residencia veraniega. Tras la clásica pelea de malentendido de superhéroes marvelitas, Simon se las arregla para formar un frente común formado por Iron Man, Ojo de Halcón, la Avispa, el Capi y él mismo que se enfrantará al Emperardor y pondrá fin a su dominio manipulador sobre los humanos. Ojo de Halcón intenta reclutar también a su esposa Pájaro Burlón pero los efectos de la máquina de Muerte son demasiado poderosos, y no sólo fracasa sino que ésta avisa a Muerte del inminente asalto de los Vengadores a su cuartel general. Lo que sigue a continuación es una batalla épica en la que todos tienen su pequeño momento de gloria. Mención especial la escena en la que Ojo de Halcón está siendo gaseado por los robots gigantes del Emperador. El único que puede salvarlo es Iron Man (todos sabemos que es alcohólico) y éste todavía se debate entre su fidelidad al Emperador y a los Vengadores. “Es un enemigo del Emperador” se dice a sí mismo. “Es el enemigo. Es…mi amigo”. Y dispara a plena potencia sus rayos disruptores en un plano soberbio desde atrás que permite ver volar por los aires al robot. Los Vengadores, como no, salvan el día y el mundo, con la ayuda de Namor.
Las naciones poderosas vuelven a rearmarse y los programas de ayuda de Muerte a los menos favorecidos se cancelan “ipso facto”. El precio de la libertad es regresar al la misma situación, un mundo injusto y desigual. Pero un mundo libre.
El único “fallo” que le pondría a la historia es que le falta un epílogo más creíble. Regresando en el Quinjet, los vengadores se preguntan si han salvado al mundo o lo han fastidiado más. Y lo cierto es que tras lo que hace Muerte, no hubo mayores consecuencias, vuelve a su país, y punto. Hoy día tal vez invadirían Latveria y lo depondrían.
Perdónenme los puristas pero yo tengo en mi corazoncito de aficionado una historia que si no puede ser considerada una obra maestra, sí creo que es un verdadero clásico que incluso ha ganado con el tiempo. Es la novela gráfica de 1986 titulada “Emperador Muerte”. El escritor fue David Michelinie, el dibujante Bob Hall. La edición española de Forum no acredita el colorista. En España nos llegó de la mano de Planeta en el especial Navidad de 1987 de la colección Marvel Heroes.
En esta historia, el Dr Muerte secuestra a Zebediah Kilgrave, más conocido como “Hombre Púrpura”, ese ridículo villano al que Bendis supo sacar un gran partido en las páginas de “Alias”, cuyo poder es manipular la voluntad de todo ser vivo que se le acerque, y lo utiliza para crear una máquina que le permita a nivel global manipular las mentes de los seres humanos y convertirse en Emperador del planeta Tierra. Un momento inolvidable de la historia tiene lugar al principio, cuando Kilgrave reducido y atado increpa a Muerte su cobardía al protegerse tras su máscara de los efectos de su poder. Acto seguido Muerte obliga a todos sus científicos y soldados abandonar la sala, se encara ante el Hombre Púrpura sin máscara: “Ahora soy vulnerable”. “Libérame. ¡Suicídate!” Muerte impasible. “Es imposible. Nadie tiene tanta voluntad.” “Bien, Zebediah Kilgrave ¿Quién merece reinar?” Un gran momento Marvel.
Una vez conseguido su objetivo, previa manipulación a Namor y de la utilización de unos dispositivos que le permiten neutralizar a ciertos superhéroes androides como el Hombre Máquina y La Visión, Muerte convierte el planeta en una utopía. Las naciones del primer mundo se desarman nuclearmente, y los países subdesarrollados reciben no sólo las ayudas necesarias para terminar con sus problemas como el hambre y las guerras, sino capacidad para desarrollar sus propias materias primas. En treinta días, el “buen” Doctor consigue lo que los seres humanos no conseguirán nunca: paz mundial, prosperidad y bienestar absolutos. La sombra del final de Miracleman alcanzaba al Universo Marvel. El resultado es un Muerte que se siente decepcionado, ha llegado a su máxima aspiración, gobernar el mundo y que todas las naciones y héroes (tremendos Hulk y Power Man como guardias de seguridad de la Casa Blanca donde reside) se le sometan y ya no haya ningún reto ante él. Por fin, tiene el mundo en sus manos. Dicen que Alejandro Magno lloró cuando hubo conquistado el mundo porque ya no había nada por conquistar.
Con quien no contaba Muerte en sus planes es con la “variable” de Wonder Man, que llevaba hibernado treinta días como parte de un experimento de Tony Stark, en ese momento miembro de los Vengadores Costa Oeste. El bueno de Simon se despierta feliz de la vida, pero flipa cuando descubre al Capi America y a la Avispa supervisando y decorando la Mansión de los Vengadores porque el Emperador ha escogido el lugar como residencia veraniega. Tras la clásica pelea de malentendido de superhéroes marvelitas, Simon se las arregla para formar un frente común formado por Iron Man, Ojo de Halcón, la Avispa, el Capi y él mismo que se enfrantará al Emperardor y pondrá fin a su dominio manipulador sobre los humanos. Ojo de Halcón intenta reclutar también a su esposa Pájaro Burlón pero los efectos de la máquina de Muerte son demasiado poderosos, y no sólo fracasa sino que ésta avisa a Muerte del inminente asalto de los Vengadores a su cuartel general. Lo que sigue a continuación es una batalla épica en la que todos tienen su pequeño momento de gloria. Mención especial la escena en la que Ojo de Halcón está siendo gaseado por los robots gigantes del Emperador. El único que puede salvarlo es Iron Man (todos sabemos que es alcohólico) y éste todavía se debate entre su fidelidad al Emperador y a los Vengadores. “Es un enemigo del Emperador” se dice a sí mismo. “Es el enemigo. Es…mi amigo”. Y dispara a plena potencia sus rayos disruptores en un plano soberbio desde atrás que permite ver volar por los aires al robot. Los Vengadores, como no, salvan el día y el mundo, con la ayuda de Namor.
Las naciones poderosas vuelven a rearmarse y los programas de ayuda de Muerte a los menos favorecidos se cancelan “ipso facto”. El precio de la libertad es regresar al la misma situación, un mundo injusto y desigual. Pero un mundo libre.
El único “fallo” que le pondría a la historia es que le falta un epílogo más creíble. Regresando en el Quinjet, los vengadores se preguntan si han salvado al mundo o lo han fastidiado más. Y lo cierto es que tras lo que hace Muerte, no hubo mayores consecuencias, vuelve a su país, y punto. Hoy día tal vez invadirían Latveria y lo depondrían.
Hoy día Bendis necesitaría unos ocho números y decenas de tie-ins más tres o cuatro miniseries para intentar contar una historia de estas características. Millar aprovecharía la ocasión para mostrarnos como Muerte decide disponer de Susan Richards o la Bruja Escarlata como sus concubinas personales. Y pondría en los labios de Reed algo así como que “es un honor que mi mujer sea la concubina del Emperador”. El mérito de la novela es haber sido capaz de contarnos una historia interesante, innovadora (en su momento) y a la vez clásica (una parábola sobre la libertad del ser humano), con brillantes caracterizaciones, tan redonda y consistente en sólo sesenta y cuatro páginas. Apenas ha notado el paso del tiempo (salvo las formaciones pertinentes de los héroes más poderosos de la Tierra). Decía Harry Callahan en la película “Harry el Fuerte” que “el sistema es una basura, pero hasta que aparezca otro mejor, lo defenderé”. Y eso es a lo máximo que pueden aspirar los héroes. A defender un sistema imperfecto, y a ser inspiración para mejorar nuestro mundo.
Aprovechando la reedición en USA de la novela gráfica “Death of a Universe” del Escuadrón Supremo (inédita en España), Quesada podría hacer un tpb, con las mejores historias nunca reeditadas del tirano de Latveria e incluir esta. Sería un detalle.
jajaja no sabes la alegría que me ha dado encontrar esta reseña.Hace tiempo comentando con un amigo las historias de superheroes que recordabamos como buenas le dije si había leído esta historia del Dr.Muerte (no lo había hecho).
ResponderEliminarMe volví loco buscando por casa pero ya no la tenía y en internet no la encontraba tampoco.
Gracias por el momento de nostalgia al recordar una historia que al leerla en su momento me pareció soberbia ,aunque no fuera "Watchmen"