viernes, febrero 25, 2005

K


Com'on up the mountain! Posted by Hello

Si alguien me hubiera dicho que un cómic de unas 300 páginas cuyo 80 % nos cuenta la subida a una montaña por parte de un alpinista me iba a enganchar... simplemente no lo hubiera creído.
Pero claro, entonces voy y me leo K. Y todo cambia.

K es un manga publicado en tomo (único, si no me equivoco) por Otakuland, y guionizado por Shiro Tosaki con dibujos de Jiro Taniguchi (el autor de El almanaque de mi padre, El caminante o El olmo del Cáucaso). Nada más abrirlo nos encontramos con cinco historias autoconclusivas cuya premisa básica es de lo más simple: “K”, un alpinista japonés afincado en el Tibet y de misterioso pasado acomete la ascensión de una montaña (una “ochomil”) con vistas a rescatar, generalmente, a otro alpinista.
Con semejante argumento uno puede llegar a pensar que leída una historia, leídas todas.
Pues sip pero nop. A ver si me explico:
Las historias acaban por repetirse en algunos aspectos (así, el que un adinerado padre intente contratar a “K” para rescatar a su hijo, poniendo de relieve la prepotencia otorgada por el dinero) y tópicos (acabas cansándote de ver como una y otra vez los sherpas se refieren a “K” como un dios o cuanto menos como una leyenda, o de ver al protagonista afeitándose en la víspera de una ascensión), además de ser irregulares. Pero es Taniguchi quien suple estas deficiencias con su brillante narrativa y sus detallados (al tiempo que documentados) dibujos. Porque, además, he de admitir que en este cómic he encontrado algunas de las imágenes que más me han impactado como lector, diría que recientemente pero reconozco que hace tiempo que no me quedaba congelado frente una página, embargado por el horror transmitido por una escena (esa caída de un alpinista captada por los medios de comunicación desplazados a la zona). Y es que, a parte, Taniguchi captura a la perfección conceptos de Tosaki referentes a la lucha entre el hombre y la montaña, dotándola de connotaciones espirituales (tengamos presente la concepción de la montaña como hogar de dioses vetado para los mortales) que enriquecen el conjunto de la obra.
Que los guiones no son todo lo redondos que hubiéramos deseado salta a la vista, pero lo que no se le puede negar a K es que te engancha como pocos, de principio a fin de historia, metiéndote en el pellejo (y aquí no sólo me refiero a nivel psicológico sino también físico) del atormentado protagonista, y cuya crudeza no te deja indiferente, ni mucho menos.


Dadle una oportunidad si está en vuestro bolsillo (que por otro lado tampoco os exigirá mucho: unos 9 eurillos por unas 300 páginas en formato más grande de lo habitual en un manga).

Cambiará vuestra percepción de la montaña. Y del dolor.

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